El fallo histórico de esta mañana en La Haya.
Cuando esta mañana la Corte de La Haya termine la lectura del fallo que resolverá el diferendo limítrofe marítimo con Chile, cualquiera que este sea, el Perú habrá, por varios motivos, ganado bastante.
Primero, porque si bien nadie –salvo los jueces– conoce el fallo hasta el momento de su anuncio, lo más probable es que el Perú recupere al menos una parte de lo perdido en la guerra iniciada hace 135 años.
Segundo, porque ese desenlace tendría un efecto de reivindicación –incompleta, es cierto, pero reivindicación al fin– por todo el territorio perdido en la guerra, algo que le vendrá bien al Perú y, también, si lo interpretan con inteligencia, a Chile.
Tercero, porque esta definición de límites permitirá, más allá de la reacción inicial que genere en ambos lados de la frontera, construir una relación bilateral más sólida que la que ya se tiene hoy, la cual atraviesa por su nivel histórico más alto a pesar de la controversia en La Haya, trayendo abajo la desconfianza mutua. En el Perú, que Chile solo cumple el derecho internacional si le conviene; y en Chile, que el Perú nunca dejará de plantear nuevos reclamos.
Cuarto, porque aún si no se concretara un fallo cercano a la posición peruana, ya se tendría, por el mismo, una frontera marítima precisada, de manera inapelable, con lo cual quedarían definidas todas las fronteras peruanas.
Quinto, porque lo anterior permitirá reformular prioridades para dirigir los recursos en asuntos vinculados a la lucha contra la pobreza.
Sexto, al margen de cualquier dirección del fallo, el país tendrá la tranquilidad de que se hizo todo lo necesario para presentar el caso del mejor modo posible. Por ello, el país le debe un agradecimiento profundo a todos los que participaron en este proceso, incluyendo, por supuesto, a Torre Tagle, institución que estuvo a la altura del desafío.
Sétimo, lo anterior fue posible debido a que se estableció una real política de Estado alrededor de la demanda peruana ante La Haya, con todo lo que eso implica en el sentido de tener la capacidad de generar consenso y aunar todos los esfuerzos nacionales en esa dirección. Esto solo ha ocurrido, hasta el momento, con la política económica iniciada hace un cuarto de siglo. Ojalá se pudiera hacer lo mismo en la seguridad interna, educación o la salud.
Todo lo que ocurrirá esta mañana ha sido posible gracias al concurso de tres presidencias –las de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala–, y no deja de ser interesante que sea con el gobierno de un jefe del Estado de formación militar, que se recupere territorio patrio usando las armas del derecho internacional.
Que hoy sea, por todos estos motivos, un gran día para la nación.
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