Falta poco más de una semana para que la Corte de La Haya le ponga punto final (eso esperamos todos) al diferendo marítimo, que lleva décadas sin resolver, entre Perú y Chile. Confiamos en que sea un fallo justo y que ambos países acaten el veredicto.
Y decimos que "esperamos", pues el presidente chileno Sebastián Piñera ha dicho que su país será respetuoso de la decisión final en La Haya, sin embargo ha puesto énfasis en que "la implementación de este fallo se ejecutará en un plazo razonable".
La pregunta es: ¿Cuál es un plazo razonable para el mandatario chileno?. Los analistas internacionales han aclarado que en el campo del derecho internacional no hay "plazos razonables" y la decisión de la Corte de La Haya debe ser acatada de inmediato.
No queremos dudar de la buena fe del gobierno chileno, de que cumplirá con respetar el fallo del próximo 27 de enero, pero sí se debe estar alertas ante cualquier intento de dilatar la implementación de esta decisión que esperamos sea favorable para el Perú.
Más allá de lo que será el fallo, es más importante lo que se hará después. Perú y Chile han comprendido que se debe actuar con serenidad. Ya están lejanos los tiempos en que una controversia generaba alarma en ambas naciones y se crispaban los nervios de autoridades y población hasta la confrontación.
La mayoría de guerras se debieron a conflictos territoriales, pero esta es otra época. Hoy priman el comercio, los recursos económicos, la ciencia y tecnología. Por ejemplo, el comercio entre Perú y Chile asciende a los 4 mil 300 millones de dólares. Por ello, los gobernantes serán más racionales que emotivos a la hora de dar el siguiente paso luego del fallo de La Haya
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