Populista, innecesario y provocador ha sido el pedido de un ex presidente peruano de embanderar calles y plazas el día que el máximo órgano de justicia internacional de las Naciones Unidas dé a conocer su fallo. El ego desbordado suele nublar el mejor juicio y puede volver torpes las acciones del más hábil político.
“…que las autoridades nacionales y descentralizadas dispongan el embanderamiento de las viviendas e izar el pabellón nacional en las plazas principales…”, se leyó por twitter el comunicado personal con ínfulas de boletín oficial El Peruano.
Este fallo ya de por sí lleva implícita mucha carga emocional, además de la carga política con la que, por años, políticos y militares en ambos países han intentado contaminar y manipular el camino de la resolución de este litigio.
La carga emocional implícita se remonta incluso, para algunos, mucho más atrás que el diferendo marítimo.
Por eso, no hubiera tenido nada de inapropiado que el embanderamiento lo propusiera un ciudadano cualquiera, un militar retirado, algún descendiente de veteranos o un nacionalista exacerbado. O alguien sin experiencia o comprensión de las relaciones internacionales e instancias supranacionales que hoy reemplazan sangrientas guerras del pasado.
Pero lo hizo un ex presidente (dos veces), y precisamente a quien le tocó en la historia plantear oficialmente la demanda. Se supone que es alguien extensamente versado en relaciones bilaterales, internacionales y fronterizas, y que por su experiencia como gobernante sabe lo que está en juego a partir de la resolución de esta demanda; la delicadeza de las circunstancias, dado el engranado intercambio comercial entre ambos países; y la importancia de mantener los ánimos serenos y aguas calmas en ambos lados de la frontera, cualquiera sea el fallo el 27.
Pero el protagonismo pudo más que sopesar cómo podía interpretarse en el otro lado que un ex presidente promoviera un alarde de patrioterismo en momento más inoportuno y cuando para muchos las cartas parecen estar echadas a nuestro favor. Mientras en Chile los ex presidentes se reúnen y declaran alineados al interés de su país, acá, un ex presidente lo hace en su interés personalísimo.
“El Perú está en gran peligro. Ha vuelto el Alan García de los años 80’s” (Twitter: @CesarBejarano21)
“@ALANGARClAPERU Deberías devolver las condecoraciones que te dio el gobierno y el Senado.Eres un provocador.” Senador @JorgeTarud
“Me sabe mal eso del embanderamiento del 27. Parece una provocación a Chile que no ayudará a la relación post Haya.” @eudmedJan 12
Lo increíble es que el ex presidente, lejos de aceptar su humano error de cálculo, ha insistido:
“Apena que algunos se avergüencen de izar la bandera en un día
de reivindicación.”,(AGP).
Lo que de verdad apena es ver a un hombre que se supone racional e inteligente, lanzar efectistas propuestas populistas, innecesarias, provocadoras, que solo promueven tensión y exacerbación de ánimos nacionalistas-chauvinistas antes de la resolución de un conflicto que los más civilizados queremos que acabe de una vez, acabe bien, acabe en paz y nos permita continuar la vida fronteriza, el intercambio cultural y comercial en saludable concordia.
También apena y avergüenza que argumente ‘patriotismo’ sin pensar en la crispación y consecuencias que su propuesta puede generar a la comunidad de más de 100 mil peruanos en Chile. Y apena más comprobar que la política en el Perú sigue siendo la chaveta personal de candidatos o políticos capaces de manosear sin asco valores como el patriotismo o símbolos como la bandera, por su desvergonzado ego, angurria de poder o protagonismo.
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