La opinión de Keiko Fujimori y los fujimoristas a favor de Petroperú ha causado un sobresalto en la derecha más doctrinaria. No debería. A estas alturas muchos han olvidado que el fujimorismo clásico no fue ideológico ni principista, sino convenido y pragmático. Sus principales rivales en la arena política fueron los partidos de la derecha democrática.
Esa rivalidad con la derecha política incluso le ganó por un buen tiempo la neutralidad de la izquierda en diversos momentos y lugares. Después de todo, Vladimiro Montesinos venía del velasquismo. En una declaración Abimael Guzmán llegó a lanzar una precipitada felicitación a Alberto Fujimori por haber liquidado a los partidos de la derecha.
El Apra se pasó muchos momentos de los años 90 perseguida, y los partidos de derecha en general descontentos. Todo esto mientras en lo empresarial Fujimori producía lo que se ha llamado la Albania del capitalismo. Aunque en una encuesta de Julio Cotler en los años 90 los principales empresarios se quejan de que no se les hace caso.
Frente a lo anterior está la teoría de que la hija de Fujimori quiere conducir a la victoria un partido moderno de derecha liberal. En efecto ha venido liderando una agrupación respetuosa del procedimiento democrático, lo cual no es exactamente lo mismo. Pero nadie en la derecha esperaba algo que podría llamarse sorpresas fujimoristas.
Son varios los comentaristas para quienes la decisión fujimorista sobre el lote 192 no es el mero atisbo a un fustán de oportunismo electoral, sino la advertencia de que el viejo fujimorismo sigue allí, esperando su segundo debut. Para ellos probablemente Pedro Pablo Kuczynski resulta más predecible, más cómodo, menos riesgoso.
Todo esto tiene que ver con la pregunta sobre cómo enfrentaría el fujimorismo de Fuerza Popular los problemas del próximo lustro. En otras palabras, cuál va a ser la sorpresa. Alberto Fujimori, Alan García y Ollanta Humala sorprendieron con sendos giros a la derecha. Pero entonces la ortodoxia económica era un lugar seguro a dónde dirigirse.
El lote 192, en cuanto encarna problemas con la inversión, volatilidad social, y la fantasía de una privatización, puede ser visto como una viñeta suave del próximo Perú. Que también la candidata fujimorista haya considerado más importante a Loreto que la ideología MEF en torno de un viejo pozo petrolero es, en efecto, un anuncio de los tiempos pragmáticos que se vienen.
Las disyuntivas en el horizonte no parecen ser entre izquierda y derecha, sino sobre qué tipo de gobierno de derecha puede funcionar. La cuestión es que nadie sabe realmente qué tipo de gobierno de derecha podría ser el de Keiko Fujimori, ni de qué tamaño podría ser su sorpresa.
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