domingo, 27 de septiembre de 2015

PERU: La fragilidad del gobierno


Si gobernabilidad alude a las condiciones para el ejercicio de la capacidad de gobernar una sociedad, lo que se expresa en la capacidad del sistema político de procesar las demandas de los ciudadanos, la estabilidad institucional y política, la efectividad de las decisiones del gobierno, y la continuidad de las reglas e instituciones, ¿puede haber un bache significativo durante los diez meses que le quedan a la presidencia de Ollanta Humala, y cómo se podría evitar?
 
El riesgo principal es la fragilidad del gobierno que se constata de varias formas, la primera de las cuales es la baja aprobación del presidente (+13/-81) y de su esposa Nadine Heredia (+13/-80) según Ipsos. Cómo estarán de mal ambos que hasta Alejandro Toledo tiene hoy mejor imagen (+20/-75%) en la opinión pública.
 
La segunda es la existencia de una oposición con sangre en el ojo, en parte debido a que el gobierno nacionalista exhibió una escasa voluntad o capacidad de diálogo; a que el presidente Humala se enfrascó él mismo en la batalla –pudiendo haber delegado esa tarea a sus segundos–; a que escogió al más bravo del barrio –Alan García– como sparring; y a que declara la pretensión de tener un papel protagónico en la elección, lo que le impedirá beneficiarse de la atención ciudadana en los candidatos para salirse de los reflectores y así mejorar su relación con la opinión pública, tal como ocurrió al final de los dos gobiernos anteriores, el aprista y el de Perú Posible.
 
El tercer factor que debilita al gobierno es la andanada de denuncias de corrupción a la Primera Dama, que le hace bastante daño político al gobierno, pues golpear a Nadine Heredia es como darle en la línea de flotación al gobierno al mismo tiempo que reduce el potencial electoral del Partido Nacionalista en el 2016.
 
La cuarta expresión de la debilidad del gobierno es el escaso y decreciente respaldo del Congreso, básicamente por estarse quedando sin bancada parlamentaria en el marco de un desbande que va a continuar a medida que se acerque la elección. Esto significa, para el gobierno, una menor capacidad para enfrentar los embates de la oposición y para sacar adelante iniciativas propias.
 
En este contexto, el gobierno requeriría gran capacidad de diálogo y negociación, es decir, capacidad de hacer política. Pero eso es, precisamente, lo que este gobierno ha demostrado que no está en su ADN.
 
Por ello, el esfuerzo en marcha en los diálogos del premier Pedro Cateriano con las fuerzas políticas, es particularmente valioso para que un gobierno que hoy es, a todas luces, un lame duck (pato cojo) prematuro, llegue menos aislado de lo que está, con el fin de concretar la inédita situación en el Perú de una cuarta presidencia democrática consecutiva.

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