viernes, 18 de septiembre de 2015

CHILE: Si vas para Chile...

No estamos preparados en el Perú ante un terremoto.

Lo más sorprendente del terremoto de anteayer en Chile es que, a pesar de su gran magnitud –8.4 en Richter, el sexto más fuerte de su historia–, afortunadamente no produjo el número de muertes asociadas a fenómenos de intensidad similar.
 
Toda muerte siempre es una desgracia por lamentar, pero que solo haya ocurrido poco más de una decena, parece un milagro, especialmente si se compara con lo que podría suceder en una experiencia similar en, por ejemplo, el Perú.
 
Pero, como todos saben o intuyen, estos resultados positivos dentro de la desgracia no son consecuencia de milagros sino de acciones de prevención que se toman mucho antes de que ocurra la desgracia del terremoto. Rezar –para los creyentes– ayuda mucho, pero hasta el más ferviente visitante de la iglesia sabe que, como se dice, a Dios rogando y con el mazo dando.
 
Sobre los terremotos, como otros fenómenos de la naturaleza, se sabe dónde van a ocurrir aunque aún no se puede precisar cuándo ni en qué magnitud. Aunque no se pueden evitar, sí se pueden tomar las precauciones para minimizar el daño que trae su ocurrencia. Y eso es lo que diferencia a una sociedad de otra.
 
Un factor fundamental para marcar esa diferencia radica en la capacidad institucional de un país para promover u obligar a que tanto el Estado en todos sus niveles, como el sector privado y los ciudadanos, tomen decisiones cotidianas en línea con comportamientos que minimicen las consecuencias de un terremoto, así como a estar bien preparados para cuando este se produzca.
 
Esto significa asignar recursos presupuestales para esa tarea y asegurar la ejecución adecuada de los proyectos, en los que quizá lo más importante sea asegurar que no proliferen decisiones erradas –como construir viviendas de un modo incorrecto en lugares equivocados– y crear consciencia ciudadana del riesgo que se tiene por delante.
 
Recuerdo de las transmisiones televisivas del terremoto del 2010 en Chile, una entrevista en plena calle, justo tras un sacudón, en la que a una señora le preguntaron dónde estaban sus hijos, y ella respondió que estaba tranquila pues ellos estaban en una escuela pública. ¿Quién podría decir lo mismo en el Perú?
 
Cuando nos hablan de todo lo que Japón hace frente a los terremotos, podríamos decir que eso solo es posible en las grandes potencias económicas, pero al ver cómo Chile –aquí nomás, cerquita del Perú– aprovecha las lecciones del pasado para construir su fortaleza institucional frente a estos embates de la naturaleza, solo nos queda advertir que sí se puede lograr una prevención correcta, lo cual es relevante cuando es obvio que en el Perú no estamos avanzando en esa dirección.

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