viernes, 4 de julio de 2014

Un error presidencial

Sabiendo del juicio, Humala no debió nombrar a Urresti.
La crisis política por la revelación de que el ministro Daniel Urresti está procesado por el asesinato del periodista Hugo Bustíos podría amainar un poco tras la respuesta del acusado y el respaldo del presidente Ollanta Humala, pero es evidente que su nombramiento fue un error.
Urresti dijo: “No hay una sola prueba, soy totalmente inocente, y mis manos están limpias de sangre”.
Unas horas después, el presidente declaró: “Lo importante es que el ministro ha dado la cara, no vemos su culpabilidad y creemos en la presunción de inocencia, pero también, como es característica del gobierno, cooperamos con la administración de justicia y ese es el compromiso que tiene Urresti. Mientras tanto, que no nos distraiga eso y todos tenemos que unirnos en la lucha contra la inseguridad”.
Esa es la manera como el presidente Humala ha pretendido ‘resolver’, por ahora, una situación tan engorrosa como esta, porque es evidente que, para un gobierno democrático, constituye una tremenda piedra en el zapato el hecho de tener un ministro –y nada menos que del Interior– que está acusado de participar en el asesinato de un periodista como Hugo Bustíos, cuyo caso es emblemático en la región.
Ya puesto en la circunstancia de enfrentar esta crisis política, a favor de la decisión presidencial está el hecho de que, tener que volver a cambiar de ministro del Interior –llegando a siete en solo tres años– es un bochorno grande, pero, peor aún era tener que hacerlo luego de que se supiera que la designación se produjo con pleno conocimiento de la situación de Urresti en la justicia.
Ese es el error del presidente Humala pues, aun si Urresti fuera inocente, hubiera sido mejor nombrar a otra persona sin esa acusación.
Ahí radica, precisamente, el problema principal de la decisión presidencial de conservar a Urresti en el gabinete. Por un lado, al continuar en el Ministerio del Interior, este tendrá alguna capacidad de influir a su favor en la investigación en el Ministerio Público y en el Poder Judicial. Por el otro lado, la presunción de inocencia del ministro podrá ser un pedido legítimo, pero eso no tiene nada que ver con la imprudencia política de retenerlo en el gobierno.
La salida de Urresti del gabinete podría ser, incluso, un asunto controversial, pero no debiera haber duda de que fue un grave error presidencial nombrarlo cuando ya sabía que está siendo procesado en la justicia por el asesinato de un periodista.
De otro lado, es curioso el respaldo de un sector de la ciudadanía al ministro Urresti que se ha revelado tras la denuncia, algo que es obvio que no tiene nada que ver con los resultados de su aún breve actuación sino con su estilo personal de ejercer el cargo. Pero sin resultados concretos, el efecto del show será breve.

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