sábado, 19 de julio de 2014

Congreso: mediocres al poder


Una nueva repartija se desnuda en el alicaído Congreso peruano. Esta vez protagonizada por los humalistas, que sienten que los cargos de representación se corresponden con pagos por favores de campaña. Y que, por tanto, se tienen que rotar en el ejercicio de los puestos de mayor responsabilidad. Esto y no otra cosa es lo que está detrás de la vergonzosa pugna por la presidencia del Congreso, que enfrentó a dos señoras sin mayor mérito que el de ser mujeres, por ocupar dicho cargo.
Parece que como ven que el Ejecutivo quiere mantenerse con un perfil más técnico, inalcanzable para la totalidad de congresistas humalistas, encuentran en el Congreso el medio para escabullirse y trepar en las ansiadas cumbres del poder. En vez de colocar al frente del llamado a ser "el primer poder del Estado" a personas con un mínimo de capacidades y credenciales de experiencia política y dotes de liderazgo, sin importar la procedencia partidaria, la bancada nacionalista pone al frente la prepotencia de la masa, del mayor número, del totalitarismo derivado de la aritmética democrática. Y entonces prefieren a improvisadas como las señoras Solórzano o Espinoza, en vez de congresistas cuajados como Bedoya, Eguren o García Belaunde, o incluso los mismos Mauricio Mulder o Luz Salgado. Hasta podrían optar por su aliado peruposibilista José León. Pero parece que no quieren soltar lo que para ellos es simplemente un botín ganado en una elección de hace tres años.
La verdad es que existe un inconstitucional veto político a ciertos congresistas. Pero lo cierto es que el Congreso debiera poner al frente a cualquiera con suficiente nivel para liderarlo. No puede seguir desprestigiándose por los devaneos de los mediocres que lo conforman en mayoría, debido a un erróneo concepto de democracia. Los parlamentarios representan a la nación y la cabeza visible del primer poder del Estado debe ser una figura con ascendencia, personalidad, conocimiento y liderazgo. El Congreso tiene una altísima responsabilidad y debe evitarse que siga siendo una simple mesa de partes al mando de un encargado menor a órdenes de Palacio.

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