sábado, 12 de julio de 2014

Último round


Por: Ítalo Oberto-Besso
No deja de llamar la atención la difusión dosificada de denuncias contra Daniel Urresti. Los disparos contra el titular del Interior llegan a la manera de pelea de boxeo. Han iniciado una campaña de golpes permanentes a los costados hasta el momento en que el hiperactivo ministro se quede sin respiración y entonces llegará el golpe mortal. Al menos ese es el plan, pretenden dejarlo sin capacidad de reacción ante el uppercut final.
Queda claro que Urresti no es de la misma cantera de la que surgió Pedraza o Albán y su performance ha dejado en ridículo los discursos de sus antecesores. Evidentemente eso no se perdona.
¿Acaso los caviares armaron tanto escándalo ante los papelones de Pedraza, su insistencia en la teoría de la ‘percepción’ o su silencio en el caso López Meneses?, ¿alguna ONG cuestionó la impavidez de Albán ante el avance delincuencial o su invisibilidad en el caso de la utilización de la Onagi? Hoy cuestionan el‘figuretismo’ del ministro, su aparición permanente en los operativos policiales, y en paralelo lo cargan de denuncias, debidamente dosificadas: que su participación en el caso Bustíos, que la muerte de un minero ilegal, que la contratación de un asesor vinculado supuestamente al caso La Cantuta.
El principio de oportunidad en este pugilato es sin duda innegable. Ya habíamos mencionado que el caso Bustíos ya lo conocían los denunciantes cuando Urresti era comisionado contra la minería ilegal. De igual manera, los vínculos laborales de Bertetti y el ministro lo conocían desde marzo del 2014. Sin embargo, no dijeron nada, callaron hasta que llegara el momento.
Midieron el tiempo y buscaron el momento preciso para enganchar el golpe. Así han dosificado las denuncias y han buscado inesperados aliados para que el golpe se sienta por más tiempo: el Apra y el fujimorismo han recogido la denuncia y la han hecho suya. Buscan también llevarla a su propio ring y poner contra las cuerdas al gobierno.
Lo cierto es que debemos esperar el golpe (la denuncia) final. Debe llegar en cualquier momento y depende ahora de la capacidad del ministro para aguantar el ataque y saber responder para evitar que se produzca el nocaut que ponga fin a la pelea.

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