miércoles, 23 de octubre de 2013

¿Quién rescata el Congreso?


Juan Carlos Valdivia

El espectáculo brindado por algunos congresistas, que a falta de argumentos hicieron de la sesión del día lunes un festival de agravios, es una explicación de la baja aprobación ciudadana que tiene el Parlamento.
En debate estaba la censura de la Canciller por haber infringido lo dispuesto literalmente por la ley de desarrollo constitucional que regula las autorizaciones de viaje del Presidente. Era pues un momento para un debate jurídico, constitucional, e incluso histórico, como efectivamente pretendieron llevar adelante algunos pocos congresistas.
Lamentablemente, y especialmente desde la mayoría, los adjetivos, acusaciones, agravios comenzaron a reemplazar la argumentación lógica. Y claro, la reacción de los agraviados fue al nivel de quien insultaba.
Todo esto innecesario pues se sabía que una vez más la mayoría iba a hacer uso abusivo de su número. Y para terminar esta sainete, la congresista Marisol Espinoza confesó el lunes por la noche que cuando ofreció disculpas al Parlamento (razón que los posibilistas señalaban como suficiente para apoyar a la Canciller) lo hizo por una decisión personal y no porque haya sido una expresión de la voluntad del Gobierno. Habló a nombre del Gobierno sin coordinar con el Presidente de la República, ni el Premier. ¡La informalidad absoluta!
Quizás los congresistas no entiendan que el deterioro del debate parlamentario afecta profundamente la democracia, pues resta el equilibrio que requiere el Ejecutivo. No somos una democracia, pues no se respeta a las minorías, y la mayoría obedece a su líder y a su esposa. Lo real es que las mañas autoritarias del régimen no encuentran respuesta desde la oposición.
Se debe reconducir las tareas parlamentarias de la oposición. Actuar con profesionalismo y coordinación, demostrando la diferencia entre ellos y la cantidad de impresentables que han llevado al Legislativo tanto el humalismo como el fujimorismo.
Los llamados partidos tradicionales tienen una seria responsabilidad ante el deterioro del trabajo parlamentario: Deben mostrar que es posible hacer política con seriedad y responsabilidad, sin caer en el intercambio de agravios a los que nos ha acostumbrado el humalismo desde su aparición en política.

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