jueves, 31 de octubre de 2013

El que se va y el que viene

El relevo en la Presidencia del Consejo de Ministros.
 Este cambio en la PCM debe ser uno de los más ordenados y fluidos en mucho tiempo, al punto que quien deja el puesto y quien lo recibe se reunieron de manera reservada, el fin de semana pasado en Tarapoto, para organizar la transferencia.

Juan Jiménez Mayor. No deja el premierato por un escándalo de corrupción, una crisis política sin resolver, o un encontrón mayor con el Presidente, sino por la razón por la que todo Premier debiera irse: por el desgaste político normal que implica la dirección de un gabinete.
Llegó a la PCM cuando el presidente Ollanta Humala batía el récord de tener tres gabinetes en el primer año, y se quedó por quince meses. Sus dos predecesores se fueron por el proyecto minero de Conga y cuando la conflictividad social zamaqueaba al gobierno, pero Jiménez Mayor se las ingenio para que esta se redujera considerablemente gracias al trabajo silencioso pero efectivo de la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad.
Ese fue el mayor logro de su gestión, pero también debe resaltarse su vocación por el diálogo, el cual lanzó en agosto pasado, aunque este no pudo avanzar básicamente porque no hay un clima político en el país que lo favorezca.
En este sentido, la principal debilidad del premierato de Jiménez fue un manejo político deficiente y un  perfil bajo que tuvo en general y que le impidió tener un espacio propio fuera del de esa instancia conocida como ‘la pareja presidencial’.
Finalmente, más allá de cualquier discrepancia con su desempeño, Jiménez Mayor deja el premierato dejando el rastro de un hombre decente, con talante positivo, y estilo humilde, algo cada vez más escaso en nuestra alicaída política.
César Villanueva. El presidente Humala ha buscado para la PCM, desde hace tiempo, un presidente regional con prestigio por su eficiencia, y que no esté ‘contaminado’ de la ‘politiquería limeña’. Antes tanteó al de Moquegua, Martín Vizcarra, y al de San Martín no es la primera vez que le ofrecía el puesto.
Finalmente Villanueva aceptó. Al cierre de esta columna no se sabía con certeza si había puesto condiciones para hacerlo, cuántos ministros serían relevados, y si él llega con algunos, lo cual sería conveniente.
El cambio ocurre cuando el gobierno necesita oxígeno. Villanueva puede dárselo pero ello requiere armonizar, por un lado, su adaptación a un organigrama informal donde Nadine Heredia y Miguel Castilla cortan el jamón, con, por el otro, la construcción de un espacio propio.
Esta tarde cuando juramente el nuevo gabinete se empezarán a develar algunas claves del perfil político del premierato de César Villanueva. Mientras tanto, solo queda desearle suerte, pues la va a necesitar.

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