jueves, 31 de octubre de 2013

LA REALIDAD Y SUS ESPEJOS


El gobierno de Fujimori logró niveles estelares de corrupción, lo que ya es suficientemente dañino, pero también fue inmensamente nociva su capacidad de trivializar las opiniones colectivas. Con el retorno de la democracia, en 2001, el país intentó volver a institucionalizarse. Desde entonces lo ha logrado a medias, pero lo que menos ha podido recuperarse es la televisión. Aunque hay algunos buenos programas y periodistas, el promedio no es siquiera mediocre (lo que ya es asombroso desde un punto de vista lógico), pues logra niveles de esperpento.
Algunos argumentan que la televisión solo refleja la realidad nacional, pero eso no solo es falso sino, además, absurdo, pues la realidad es más compleja, variada e interesante que lo que se refleja. Además, la televisión no copia sino retroalimenta. Al hacerlo, recoge la miseria humana y la magnifica, transformando lenta pero rotundamente la mentalidad del televidente. El punto es muy simple: la televisión no es un espejo de la realidad sino un potenciador de esta.
La televisión crea realidad y puede generar un círculo vicioso o uno virtuoso. En el primer caso, envilece las vidas de las personas. En el segundo, es un importante instrumento deeducación y transformación social. Para lograr lo segundo, bastaría con que genere en el televidente la curiosidad por ver los diferentes ángulos de las cosas, mostrando la realidad en toda su complejidad, lo que incluye una diversidad de puntos de vista acerca de los procesos sociales y culturales por los que está pasando la humanidad. Eso sería suficiente para generar discusión pública sobre los temas más importantes para el país.
Hay, entonces, un debate que nos está esperando: ¿qué tanto podría o debería intervenir el Estado, para impedir que los espacios públicos que él otorga a los grupos privados sean usados para transformar paulatinamente los cerebros de los ciudadanos en órganos entumecidos? Se puede objetar que toda regulación del Estado atentaría contra la libertad. Muy bien, entonces discutamos qué es la libertad y hasta qué punto puede uno ser libre con un cerebro entumecido
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