El aprismo se ha preciado de un esfuerzo colectivo y prolongado de una comisión presidida por Jorge del Castillo para redactar el documento, que el candidato Alan García ha hecho suyo. En verdad, para llegar a esa colección de ideas ajenas, surgidas de fuentes y realidades distintas, no hacía falta ninguna proeza mental. Una velada ante Internet hubiera bastado.
Un partido encabezado por un doctor que no es doctor, y que se dice abogado sin poseer título legítimo, ha abandonado sus propias tradiciones aurorales. El Apra nació como resultado de un debate ideológico y de una investigación de la realidad nacional y mundial. De parecido esfuerzo, aunque con sentido de clase, nació el partido marxista leninista fundado por José Carlos Mariátegui.
En 1933 apareció el libro Construyendo el Aprismo (editorial Claridad, Buenos Aires). Abarca un conjunto de artículos y cartas de Víctor Raúl Haya de la Torre, entonces en el exilio. Se incluye ahí el Mensaje a la Nación Peruana escrito en 1932.
En ese documento se expresa que el aprismo había recogido desde su iniciación “la sincera invocación de José Carlos Mariátegui: ‘Peruanicemos al Perú’”. Y se proclama:
“Peruanizarlo es nacionalizarlo en el sentido integral y elevado del concepto. Es luchar porque sea nación libre y justa. Y no podremos peruanizar el Perú mientras las grandes mayorías de los peruanos vivan en la ignorancia y en la miseria. No podremos peruanizarlo sin acometer humana y científicamente la redención del indio. No podremos peruanizarlo mientras vivamos en pleno coloniaje económico, hipotecando día a día nuestras fuentes de riqueza a cambio de empréstitos ruinosos. No podremos peruanizarlo, mientras el Estado sea instrumento de opresión y abuso y botín de riqueza de unos cuantos”.
Para el partido de Jorge del Castillo y Alan García, eso quedó atrás, sepultado junto con el sacrificio de los apristas como Manuel Arévalo, que vieron en el Apra un movimiento de justicia y libertad, por el cual valía la pena luchar y morir.
No comprendo para qué se encargó al Apra de hoy de elaborar un plan de gobierno. Con una fotocopia del catecismo del Fondo Monetario Internacional hubiera bastado. Y hubiera sido más sincero.
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