martes, 24 de noviembre de 2015

Los crímenes imperiales y el Estado Islámico

Nelson Manrique
Hay tres hitos históricos decisivos que debieran tomarse en cuenta para situarse en el escenario creado por la expansión de la guerra del Estado Islámico al territorio de la Europa cristiana: el tratado Sykes-Picot de 1916, la segunda invasión de Irak del año 2002 y la escuela contrarrevolucionaria francesa de la postguerra mundial.
 
El tratado Sykes-Picot fue suscrito el 3 de enero de 1916 entre Inglaterra y Francia y constituye una obra maestra del cinismo político. Se vivía la Primera Guerra Mundial y las potencias europeas ganaron la adhesión de los árabes para su bando prometiéndoles a sus líderes que ellos los apoyarían para fundar una nación árabe unida, luego del triunfo sobre los turcos. T. H. Lawrence, conocido como Lawrence de Arabia, fue el encargado de encarnar esa promesa. 
 
Pero el tratado Sykes-Picot, firmado en secreto, contenía el acuerdo de Inglaterra y Francia para repartirse los países árabes así la guerra terminara, como en efecto lo hicieron. El resultado de esta traición fue la fragmentación del mundo árabe en varias pequeñas naciones cuya fronteras se definieron en función de los intereses de las potencias imperialistas, dividiendo y azuzando conflictos étnicos y religiosos entre los pueblos de la región para reinar, con resultados como que en el presente hay una nación –los kurdos– fragmentada entre los territorios de Turquía, Irak, Irán, Siria y con un pequeño enclave en Armenia; o que en Irak, luego del retiro de las tropas norteamericanas enviadas por Bush junior, se entregara el poder a los musulmanes chiíes, que representan apenas un 15% de la población y que cometieron grandes abusos contra la mayoría suní, lo que permitió al Estado Islámico capitalizar un descontento generalizado y expandirse. La proclamación del “califato islámico” por Abu Bakr al-Baghdadi, el máximo líder del Estado Islámico, tiene pues profundas resonancias históricas.
 
La segunda invasión de Irak fue justificada por Bush afirmando que existían armas de destrucción masiva y que había que entrar a Irak para destruir a Al Qaeda. Toda la información de entonces y la generada después demostró que no existían esas armas y tampoco existía Al Qaeda en el Irak bajo la tiranía del dictador Saddam Hussein. La aparición de Al Qaeda y su posterior expansión fueron consecuencia precisamente de la invasión norteamericana, y del Al Qaeda de Irak surgiría luego esa mutación mortífera hoy conocida con el nombre de Estado Islámico.
 
Hay un tercer crimen imperialista que considerar. Luego de la Segunda Guerra Mundial se produjo un alzamiento generalizado de los pueblos sometidos al dominio colonial europeo, y este culminó en muchos casos en grandes guerras de liberación nacional. Francia, cuya ocupación por las tropas de Hitler entre 1940 y 1945 provocó la pérdida sus posesiones coloniales, intentó recuperarlas luego del fin de la Segunda Guerra Mundial creando una doctrina contrasubversiva que tuvo fatales consecuencias a nivel mundial. El diagnóstico del cual partían los estrategas franceses era que los subversivos se imponían sobre la población por el terror, y la manera de derrotarlos era demostrar que las fuerzas contrainsurgentes del Estado eran capaces de desplegar un terror aún mayor, lo que obligaría a los colonizados a escoger el mal menor, alineándose con el Estado. Con esta doctrina los franceses fueron derrotados sin atenuantes en Vietnam y Argelia, y fue en Vietnam donde los norteamericanos –que reemplazaron a los franceses como fuerza de ocupación– la copiaron, cosechando con ella la única derrota que han sufrido en toda su historia, a manos de los vietnamitas. Increíblemente, ellos transmitieron la doctrina francesa de seguridad a unos 60,000 oficiales latinoamericanos en la Escuela de las Américas, originando las masivas violaciones de los derechos humanos de las guerras contrasubversivas del Cono Sur de los años 70. La misma doctrina implementada en el Perú por las Fuerzas Armadas provocó que en los dos primeros años de la intervención militar en el conflicto interno, entre 1983 y 1984, en Ayacucho se produjera el 40% del total de las bajas de toda la guerra sin derrotar a Sendero, y permitiéndole por el contrario fortalecerse, expandirse a nivel nacional y llevar a inicios de los 90 a la pregunta de si el Perú era viable como nación.
 
Es esta la doctrina contrasubversiva que el presidente francés François Hollande promete implementar para derrotar al Estado Islámico. Una barbaridad, considerando que hay en el Viejo Continente miles de yihadistas originarios de Europa que definen un escenario de guerra no convencional muy complejo, donde la fuerza bruta es la mejor manera de facilitarle las cosas al enemigo que se quiere derrotar.

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