martes, 11 de febrero de 2014

Temporal de sed

Publicado: Martes 11 de febrero del 2014 | Columna del Director | Imprimir | Compartir  | 307 Lecturas
Las autoridades no se han enterado, pero el Perú vive bajo la amenaza de una sequía dramática, que puede desnutrir la olla común del país. El signo irrefutable del mal se ve en las represas y reservorios que están todos casi vacíos. No hay agua para regar cultivos ya iniciados o emprender nuevos.


César Lévano
César Lévano
Razón Socialcesar.levano@laprimeraperu.pe
El mapa de las lluvias para febrero y marzo indica la gravedad de la situación.

En sus escritorios de Lima, los burócratas de Agricultura no han hecho caso a informes y advertencias publicados en la revista Agronoticias, la cual, tras consultas con especialistas, ha venido recomendando medidas mitigadoras y previsoras.

Las áreas más amenazadas son Piura, Lambayeque, La Libertad y la vertiente occidental de la Cordillera Negra en Ancash. Esto indica que entre las siembras en mayor peligro están el arroz y el azúcar, grandes consumidores de agua. Los funcionarios del sector han debido desaconsejar esos cultivos y recomendar en cambio la siembra de quinua, menestras, algodón y maíz amarillo duro.

La indolencia burocrática no prestó oídos a la voz de alerta. Tampoco escuchó los mugidos y balidos del ganado que ha empezado a morir en Piura por falta de pasto.

Ahora que acapara la atención el rescate de mar peruano, los funcionarios agrícolas han debido calcular lo que se venía desde el Océano Pacífico, donde subsisten enormes masas de agua fría, que impiden la evaporación que produce lluvia en los Andes.

La desidia no es exclusividad del Ministerio de Agricultura. ¿El Consejo de Ministros, presidido por el primer mandatario, Ollanta Humala, no ve al país como una totalidad heterogénea, como una orquestación de instrumentos que requieren batuta? 

Ahora la crisis del líquido elemento va a producir menor oferta de producción alimentaria; alza de precios y especulación; descapitalización y desempleo en el agro; mayor migración a las ciudades; mayor importación de productos agrarios. 

La crisis pluvial tiene respuesta fluvial. El gobierno debería concertar un programa de siembra en las playas, barrizales y restingas que dejará la vaciante de los ríos amazónicos (abril-setiembre) para sembrar arroz, menestras, maíz amarillo duro.

El Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana recuerda que en esas franjas aluviales (semejantes al delta del Nilo) hay un millón de hectáreas para agricultura temporal, de las cuales solo se aprovecha el cinco por ciento.

Para explotar esas zonas solo se necesitan semillas, herramientas, asistencia técnica y un mínimo de seguridad de mercado.
He ahí un llamado de la selva que hay que escuchar. Y obedecer.

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