martes, 11 de febrero de 2014

¿Lima, núcleo del poder oligárquico?

Historia de la conquista del poder y de su usufructo por parte de un provinciano, entrenado en una prolongada  guerra interna.
Columnista invitada: Carmen Mc Evoy
Lunes, 10 de febrero de 2014 | 4:30 am

Sustentado en sólida investigación en archivos chilenos, británicos, estadounidenses y peruanos, El Expediente Prado, de Víctor Andrés García Belaunde, revela episodios desconocidos de la vida de un mandatario sumamente cuestionado. 
El texto brinda, además, luces sobre el sistema político y económico que allanó su camino al poder. Porque la acelerada movilidad social del general Prado, miembro en su juventud de la guardia nacional huanuqueña, y su encumbramiento a la primera magistratura de la nación, no pueden ser entendidos sino en el marco de la profunda crisis del primer militarismo. 
Por otro lado, el periplo a la presidencia de la República del protegido de Ramón Castilla permite cuestionar, o al menos relativizar, la idea que se tiene de Lima como núcleo del poder oligárquico. La trayectoria de Prado desde Huánuco hasta la capital de la República, con estratégicas paradas en Arica, Cuzco, Tacna, Moquegua y Arequipa, es una prueba de lo contrario. La suya es la historia de la conquista del poder y de su usufructo por parte de un provinciano, entrenado en una prolongada  guerra interna.
 Antes de abordar los temas centrales de este libro, es importante dotar de perspectiva a la discusión que propone. Para ello resulta imprescindible mencionar el valioso trabajo de Alfonso Quiroz. La historia de la corrupción en el Perú visibilizó el perverso entramado político y económico del siglo XIX peruano analizando una serie de prácticas corruptas que, de acuerdo con este historiador, se remontarían al período colonial. El Expediente Prado es un estudio de caso que corrobora el argumento central de Quiroz, explicando en detalle un proceso de acumulación de capital a partir de una privilegiada posición en el núcleo del Estado. Pues Mariano Ignacio Prado es uno de los administradores del Estado patrimonial que, de acuerdo con García-Belaunde, utiliza su cargo y sus influencias para enriquecerse. Ante la ausencia de una división clara entre el dominio público y el privado, surgen una serie de prácticas que aún perviven en el Perú.
 Se puede discrepar con el tono de este libro que es un claro ejemplo de la literatura de denuncia. En esta línea argumentativa, es posible que algunos lectores critiquen el hecho que El Expediente Pardo no provenga de la pluma de un historiador profesional y que por esa razón su autor esté más preocupado en el accionar del personaje, dejando de lado el contexto del cual surge. La interpretación de las fuentes, muchas de ellas inéditas, incluso puede ser sometida a debate, un hecho muy saludable porque fortalece el espíritu de crítica que tanta falta hace en nuestro país. Sin embargo, lo que no se puede soslayar es el valor de la investigación llevada a cabo por un político, como es el caso de Víctor Andrés García Belaunde. Porque ya es de por sí inusual que un político se interese en la historia y lo es aún más que su aporte colabore en el debate sobre un problema de tipo estructural. A lo que me refiero aquí es a la discusión que este texto plantea sobre la mediocridad de la clase política peruana, junto a la perniciosa tendencia, entre algunos de sus miembros, de utilizar los cargos públicos para su beneficio personal.
 (Fragmento de la introducción al libro)
 José Rouillon Delgado

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