miércoles, 5 de febrero de 2014

El irredentismo peruano

En Chile emplean el término “irredentismo” –que nadie entiende bien por aquí– nada menos que para referirse a nosotros. Este concepto ha sido usado extensamente los últimos días, posteriores al fallo de La Haya, para fundamentar la reacción de los halcones chilenos contra la sentencia. Entre otros, ha sido la base del razonamiento del ex presidente de Chile Eduardo Frei Ruiz-Tagle, a propósito del Perú.
Irredentismo traducido al peruano es “revanchismo”. Según este extendido parecer en tierras mapochinas, nosotros habríamos quedado resentidos por la Guerra del Pacífico y estaríamos siempre complotando contra Chile. Nuestro gen nacional nos empujaría a cobrarnos una eterna revancha, haciéndoles la vida imposible.
Además, dado que somos irredentistas, no le convendría a Chile llevarse bien con nosotros. Como somos una nación de amargados, si nos tienden la mano será para que la mordamos. Así, los halcones de Chile piensan que es imposible una buena vecindad y que deben vivir defendiéndose de nuestras maquinaciones.
Esta visión está muy extendida. Obviamente no todos piensan de ese modo, pero esa manera de enfocar las cosas proviene de la tradición. Ella se formó durante la larga etapa de lucha por el plebiscito en Tacna y Arica; constituye la otra cara de la medalla de la visión de Chile como un país que no cumple los tratados internacionales, que es muy extendida en el Perú.
Ambas naciones pugnaron durante casi cinco décadas por Tacna y Arica. En ese período, acá se hizo fuerte la idea de que ellos son intrínsecamente abusivos. Mientras que allá nos vieron como eternamente quejosos y ansiosos por recuperar lo que podamos. La pugna por las provincias cautivas generó una imagen negativa del otro a cada lado de la frontera.
En realidad, estas imágenes fueron solo parcialmente ciertas y, además, corresponden al pasado. Se quedaron ancladas en la época de la amarga disputa por el plebiscito. Por ello, sorprende sobremanera que el ex presidente Frei participe en forma tan entusiasta de esta visión.
Llama la atención porque su padre también fue presidente de Chile en los años sesenta. Durante el período de Frei Montalva, Chile y Perú vivieron una buena época. En ese momento se creó el Pacto Andino y El Consejo del Cobre, ambas iniciativas intergubernamentales que contaron con el concurso de ambos países.
Además, fuimos juntos a las conferencias de las Naciones Unidas sobre el derecho del mar. En estos foros coordinamos con Ecuador y ganamos a Latinoamérica, para terminar convenciendo al mundo de la tesis de las 200 millas. Fue un largo recorrido conjunto entre Chile y Perú que caracterizó varias décadas.
En contraste, los vínculos actuales pertenecen a las sociedades civiles; se trata de empresarios, migrantes y turistas. Pero, en los sesenta hubo estrecha coordinación entre los Estados. Por ello, es falsa la imagen del irredentismo que usa Frei. Olvida a su propio padre.
Si fuera cierto que somos revanchistas entonces siempre nos habríamos llevado mal, pero no es cierto. Hubo algunas temporadas mejores, como por ejemplo la mencionada entre los treinta y los sesenta.
Así, incluso después de la Guerra del Pacífico, la relación entre Chile y Perú ha atravesado por diferentes etapas y no siempre ha sido conflictiva. Ahora, después de la sentencia ha terminado una época, al desaparecer los motivos para los conflictos por soberanía.
La Haya nos ha colocado en pie de igualdad. Los acuerdos y diferencias del futuro dependerán de los intereses de cada país y de la claridad de sus dirigentes para plantearlos. Pero, ha desaparecido el conflicto esencial por dominio territorial de los Estados. En tanto ello, nos toca superar y mirar el futuro como Ecuador y Perú, que se reconciliaron en 1998 desvaneciendo imágenes también amargas que cada país había formado del otro.
Si Chile acata y nosotros pasamos la página, entonces desaparecerán a la vez dos fantasmas negativos: el que no cumple y el revanchista. Aunque, nunca se sabe.

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