jueves, 27 de febrero de 2014

La izquierda y Venezuela


La otra crisis, por la vida, la libertad y los derechos.

 Los recientes sucesos de la crisis venezolana han colocado también en crisis a la izquierda, como sucediera con cruciales hechos acontecidos en Hungría y Checoslovaquia (las invasiones rusas de 1956 y 1968 respectivamente), Cuba (el caso Padilla de 1971), Polonia (las huelgas del sindicato Solidaridad, en 1980) y Nicaragua (las revelaciones de la piñata sandinista en 1990).

El debate sobre Venezuela en la izquierda ha sido más intenso en América Latina, donde los gobiernos progresistas han cerrado filas con matices con el régimen de Nicolás Maduro, fijando su valoración de la llamada revolución bolivariana en las mismas condiciones de hace una década, como si nada hubiese cambiado. Solo dos gobiernos de izquierda, el de Mauricio Funes de El Salvador y el de Dilma Rousseff de Brasil, han ido más allá de la defensa de Maduro pidiendo al mismo tiempo apertura y diálogo.
Los partidos y movimientos de izquierda de la región han tenido dos tipos de reacciones. La mayoría de sus direcciones han condenado la movilización venezolana repitiendo el falaz argumento chavista reducido a las palabras conspiración, golpismo y fascismo. En cambio, diversas voces de la intelectualidad progresista y de los movimientos de defensa de los DDHH, junto a militantes de base de los partidos de izquierda, han cuestionado la gestión de la crisis por parte del gobierno de Maduro y se han  preguntado por la naturaleza y el
futuro del chavismo.

En el Perú, el grupo político de la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, Fuerza Social, ha defendido los derechos y libertades de los ciudadanos de ese país y ha condenado la brutalidad de la represión gubernamental. En tanto, el Frente Amplio ha publicado un comunicado rígidamente encuadrado en la postura chavista. En las redes sociales este comunicado ha sido severamente cuestionado tanto por su contenido como por su gestación y parece haberse convertido en uno de los ejes de su debate interno.
La dura reacción desde una parte de la izquierda al comunicado del FA evidencia su equívoco. En la década fujimorista y como parte de los grupos democráticos, la izquierda demandó desde las calles libertades y derechos económicos y sociales, y defendió la legitimidad de este reclamo denunciando la trampa fujimorista que sostenía que esas exigencias eran violatorias del Estado de Derecho. Este fue el espíritu de la campaña internacional de la oposición democrática que arribó a la Asamblea General de la OEA en Windsor (Canadá) en junio del año 2000.
Luego, desde la recuperación de la democracia, la izquierda ha reclamado por la vida, las libertades y los derechos, cuestionando en delicados casos como los de Combayo, Bagua, Conga y Espinar, los argumentos que se amparan en el Estado de Derecho y en una equivocada interpretación del principio de autoridad, entendida como carta blanca para la brutalidad oficial y para disparar a los que reclaman. Es más, como parte de ese ejercicio democrático apoyó el paro nacional del 14 de julio del 2003 en demanda de la renuncia/vacancia del Presidente Alejandro Toledo. Es increíblemente incoherente que los derechos que se reclaman para los peruanos se les niegue a los venezolanos solo porque en ese país gobierna un régimen que se proclama de izquierda.
La izquierda debe reencontrarse con las libertades en el continente y con su sustento ético. El derecho a la vida no tiene ideología y, como señala el respetado dirigente de la izquierda peruana Henry Pease, un régimen democrático no pertenece a los ganadores de una elección, es de todos, los que ganaron y los que perdieron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario