lunes, 9 de diciembre de 2013

Voluntad de Dios (o de García)


Alan García, el presidente que consultaba con Dios cada indulto o conmutación de penas para narcos y otros forajidos, asegura ahora que la alianza del Apra con el fujimorismo es asimismo, modestia aparte, voluntad de Dios.


César Lévano
César Lévano
Razón Socialcesar.levano@laprimeraperu.pe
“No busco acercamientos, ni el favor ni el perdón de nadie. No por vanidad, sino porque confío en la voluntad de Dios y el pueblo”, declaró ayer a El Comercio.

Dijo enfáticamente que Dios interviene en la política peruana. Seguramente rezará al Señor para que lo ayude a destituir a Julio Arbizu, el Procurador Anticorrupción, y a Sergio Tejada, presidente de la Megacomisión que investiga actos de su gobierno.

Este hombre que se comunica con Dios y se permite calumniarlo, afirma que quienes lo acusan de corrupción quieren eliminarlo de la competencia electoral del 2016, y por eso lanzan acusaciones “que quieren enlodarme con alguna infamia”.

Asombrosa es esa declaración de inocencia de un hombre que se enriqueció en el poder, aparte de ordenar y alentar matanzas como las de El Frontón y Bagua, y que alguna vez confesó que no había que preocuparse por la modestia del sueldo presidencial, ya que una vez en el poder “la plata viene sola”.

Ni con la ayuda de Dios se puede creer que sea algo así como la versión peruana de la Madre Teresa de Calcuta.

Cuando desciende del plano celestial y aterriza en el cochino suelo de la realidad, García muestra el cobre. Se jacta de que el Perú venía creciendo un ocho por ciento anual y ahora está en cinco por ciento. Sin duda que sus diálogos con Dios no han abordado el tema de la crisis global, que ha afectado nuestra economía debido a que la demanda mundial de materias primas ha disminuido. García gozó de un periodo del ímpetu económico impreso al mundo económico por el crecimiento de China, India, Europa y Estados Unidos.

Quizá se ha olvidado el expresidente de rogarle a Dios que restablezca la prosperidad que se ha venido abajo por obra del neoliberalismo que en un tiempo él condenó y luego adoptó con religioso fervor.

En la entrevista publicada ayer, García exhibió sin querer la entraña de su política aquí abajo, en el sufrido Perú. Se queja, por ejemplo, de que se hayan perdido oportunidades en la explotación minera. Alude sin duda al proyecto Conga, que él había aprobado, sin medir consecuencias, en parte porque no le importaban las deficiencias del estudio de factibilidad y –se puede sospechar– porque el capitán de Conga en el Perú es el compañero aprista Roque Benavides, muy amigo de pagar coimas y subvenciones. 

García, más que en Dios, cree en el dinero. Para él, el dinero es Dios.

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