viernes, 6 de diciembre de 2013

EL PODRIDO SISTEMA DE UNIVERSIDADES PRIVADAS EN EL PERÚ (1º PARTE)

Desde hace alrededor de dos décadas, el sector boyante de universidades privadas se ha convertido en un nicho milagroso multiplicador de dinero, y que goza de la presencia de políticos y empresarios (estos últimos, cercanos a políticos y jueces) entre sus directorios.

En cuanto me asomé ligeramente al tema, fui hallando tantos casos macabramente “irregulares” que tuve la sensación de estar presenciando un sector universitario que algún día fue entendido como una apetitosa torta a rebanar, y que hoy está invadido por abultadas garrapatas, engordadas por sus ansias de hacer de la educación un negocio; glotonerías permitidas por la desregulación estatal –en nombre de una malentendida autonomía– y la connivencia y ceguera intencionada de las supuestas autoridades autónomas que evalúan las casas superiores de estudio.
Desde hace dos décadas, las universidades privadas empezaron a multiplicarse como hongos tras semanas de lluvia. Tal vez exagere, pero mi sensación es que el único requisito para crear una universidad privada era ser político o ser amigo de uno. Algo así como que casi el único requisito para montar un carrito sanguchero, a finales de los 90, era aparecer en el programa de Laura Bozzo.
Mis cálculos –basados en documentos de la Asamblea Nacional de Rectores (principal ente regulador del sector universitario)– revelan que el crecimiento en número de universidades privadas desde inicios de los 90 hasta la fecha ha sido de un 330%. Tan solo en los últimos diez años, estas han pasado de ser alrededor de 40, para ascender a las 86 que hoy existen. Pero las intenciones de creación de universidades privadas poco habrían tenido que ver con los deseos de ampliar el acceso a la educación superior de los peruanos, y mucho más que ver con las ganancias que estas reportan.
Tan apetitoso parece ser el negocio que incluso el grupo Interbank decidió, en 2012, comprar la mayoría de acciones de una de estas casas de estudio, la Universidad Tecnológica del Perú, fundada por el excongresista fujimorista Roger Amuruz. Días atrás, el portal Corresponsales. pe denunció que Jonathan Golergant, director general de esta universidad, es a su vez miembro del directorio del CONEAU, si bien ostentar ambos cargos trasgrede la ley peruana (el CONEAU pertenece al SINEACE, ente autónomo evaluador de la calidad de la educación universitaria).
Pero casos como estos, que rezuman ilegalidad –donde todo queda en familia, y los controladores son los controlados–, parecen ser la regla y no la excepción. En octubre, el Ministerio de Educación –atado de pies y manos por carecer de competencias– solicitó al CONEAU la remoción de Jaime Zárate, cargo directivo en la Universidad Privada del Norte y, a la vez, presidente del directorio del CONEAU. En otra misiva dirigida al CONEACES, pidió la destitución de Luis Saldaña, cargo directivo en la Universidad San Martín de Porres y presidente del CONEACES (otro organismo regulador de la educación superior, dependiente del SINEACE). Al día de hoy, de acuerdo con lo que aparece en las páginas webs de las instituciones mencionadas, ninguno de estos dos personajes ha sido removido de sus puestos dobles.
Y aunque esto le suene escandaloso, le aseguro que es solo una minúscula parte de toda la podredumbre que se cuece detrás del sistema privado de educación universitaria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario