jueves, 5 de diciembre de 2013

Los resultados inclinados de PISA

Cada aparición anual de la prueba PISA (Program for International Student Assessment) es motivo de lamentos sobre la mala calidad de la educación en el Perú. La del 2012 que acaba de ser difundida no ha sido excepción. Pero la lectura de esos resultados se presta a confusión, desinformación, y da paso a formas de manipulación política.
Como la prueba es para comparar los sistemas educativos de un grupo de países, el ránking resultante suele tocar el orgullo nacional y, para quienes estamos al final de la cola, reavivar las críticas de nuestro sector educativo. Hay muchas críticas válidas en este terreno, pero no todas, ni siquiera una mayoría tienen que ver con la comparación.
Esto lo hace notar con claridad el académico César Guadalupe (http://satyagraha1602.blogspot.com/2013/12/pisa-2012-volvio-el-circo.html) al mostrar, entre otras cosas, que la competencia PISA varía de año en año, que los países participantes tienen diferencias profundas, que los términos de la indagación no son muy comparables entre sí. Es decir, que la visión deportiva que ofrece la versión periodística no tiene mucho asidero.
Un camino más seguro es concentrarse en los avances educativos producidos dentro del propio país, que son los que los peruanos pueden, o deberían poder, controlar. Sin duda hay polémicas y sinsabores también en este aspecto, pero las causas, léase las responsabilidades, están más a la vista que en la evaluación móvil que es PISA.
Hay más comparaciones disponibles que la competencia estudiantil. Una que viene rápido a la mente es comparar entre presupuestos educativos como porcentaje del PBI. El Banco Mundial tiene una medición. El 2,6% de Perú en el 2011 (era 3% en el 2009) ya es un hándicap para la competencia PISA. Nadie lo tuvo tan bajo en toda la región. Chile 4,1%, Ecuador 4,2%.
Guadalupe divide entre un ránking perfectamente esperable, puesto que se compite con países desarrollados o de ingresos medios, y un conjunto de problemas reales, también en el sentido de específicos para el Perú. Esto le quita encanto deportivo, y en esa medida algo escapista, al tema. Pero lo ubica sobre un terreno concreto.
Cabe preguntarse en primer lugar qué hace el Perú en la lista desigual de países PISA. La especialista Patricia Arregui, de Grade, hace notar que el ránking no es lo más importante que PISA busca, sino información país por país, la cual luego permite afinar el proceso de formulación de políticas educativas.
Aparecer en los últimos lugares de la medición todos estos años es doloroso. Pero parece que no lo suficiente. El asunto no es realmente que estemos al fondo del ránking PISA, sino que estemos tan lejos de nuestras propias aspiraciones en el campo educativo. Campo cuya importancia es unánimemente reconocida, al menos de la boca para afuera.

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