jueves, 26 de diciembre de 2013

Una tregua

La unidad frente al exterior es en el Perú una tradición reciente. En el pasado se ha pagado caro anteponer intereses de grupo al peligro de fuera, situación que ha costado invasiones y territorio. El siglo XX fue más sensato en este aspecto, desde el Tratado de 1929 hasta el consenso partidario en torno de la paz con Ecuador en 1995.
La muestra de unidad de los partidos frente al inminente veredicto de La Haya es encomiable, pero no ha estado libre de pulseo. El intento de la canciller Eda Rivas de liderar esa confluencia se opacó ante la autoconvocatoria partidaria. Ahora que el premier César Villanueva acogerá la reunión. La abstención de Ollanta Humala es significativa.
La segunda fila de los 10 partidos acudió disciplinadamente a la primera reunión del pasado martes. Pero hay problemas con los líderes partidarios. Keiko Fujimori asistirá solo si la reunión la encabeza Humala. Alan García al parecer no ha sido invitado. Alejandro Toledo está embargado por su agenda en el exterior.
Hasta el momento lo alcanzado por los partidos es un compromiso a no lanzarse a declarar sobre el veredicto antes de que el gobierno fije una posición oficial. La sensación es que se le está dando al gobierno un tiempo de ventaja antes del inicio del probable debate en torno al tema. El llamado post-La Haya puede resultar un periodo corto.
Pero flota en el ambiente la posibilidad de un compromiso adicional, y más profundo, que hasta ahora no ha sido mencionado: que el gobierno no va a ser criticado por acatar ese veredicto resulte lo que resulte. En otras palabras, privarse de hacer oposición en ese tema específico. Algo difícil de ofrecer ante un panorama desconocido.
Estamos asumiendo que la misma unidad que permitió a dos gobiernos manejarse con eficiencia en el tema, ahora nos puede servir para enfrentar cualquier reacción ríspida de Santiago en la primera hora del veredicto. Esto es probablemente cierto, siempre y cuando el propio gobierno recuerde que el compromiso partidario es de ida y de vuelta.
Si la primera hora del veredicto pasa sin incidentes, el llamado periodo post-La Haya tendrá un plazo específico de existencia. Pues aun en el mutuo acatamiento del resultado, los países van a tener que entrar a una fase de implementación donde inevitablemente se van a manifestar diversas opiniones. Las partidarias entre ellas.
Discrepar y coincidir son dos instrumentos democráticos. Es tarea democrática de los partidos políticos discrepar, pero eso no hace a sus eventuales coincidencias menos valiosas. La lista de políticas de Estado del Acuerdo Nacional es otro buen ejemplo, si bien ellas no son promovidas con la necesaria intensidad.


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