domingo, 16 de agosto de 2015

PERU: Los amigos del dueño

No hay duda, por las reacciones producidas, que más interesante que los plagios del cardenal Juan Luis Cipriani, es la defensa en marcha para salvarlo así como al proyecto político al que él pertenece.
 
Quien escuche con regularidad su programa radial sabrá que, a diferencia de lo que dicen sus defensores, el cardenal no es justamente una luminaria. Su prédica se suele basar en argumentos mediocres. No estamos ante alguien que destaque por su capacidad intelectual. Sí, en cambio, por su vocación política.
 
El cardenal Cipriani es, para todo efecto práctico, un actor político, como señaló ayer Mario Ghibellini en Somos, y como se desarrolla en el libro Cipriani como actor político, editado por Luis Pásara.
 
“En su calidad de arzobispo de Lima y primado del Perú, Cipriani se ha situado como un actor político de primer orden que opina y critica, adelanta iniciativas y debate acremente sobre los más diversos asuntos, incluidos aquellos de naturaleza estrictamente política, como candidaturas presidenciales, proyectos de ley y, en general, políticas públicas”, señala Pásara en el libro publicado el año pasado por el IEP.
 
En el Tedeum reciente varios se sorprendieron del documento entregado en la catedral con una encuesta que, como con un político, pregunta por el desempeño del cardenal.
Pero Cipriani no es buen político pues no sabe esconder bajo la sotana el fustán que revela su accionar político. Su suerte se empezó a mellar desde el colapso del fujimontesinismo en el año 2000, y se profundizó desde marzo de 2013 con la llegada de Francisco al Vaticano con un discurso que lo contradice en casi todo.
 
Estos plagios del cardenal llueven sobre mojado. Pero como Cipriani es punta de lanza de un proyecto político, sus aliados han salido a defenderlo, especialmente después de que el director de El Comercio, Fernando Berckemeyer, no tuvo otra opción que despedir al plagiario, pues mantener a alguien así en el equipo –sea quien sea– deshonra a un medio.
Los defensores del cardenal han procedido, entonces, al método clásico de enfrentar al director periodístico con los accionistas para que lo hagan retroceder, que es una forma de buscar que lo boten.
 
“Tengo amistad con varios miembros de la familia dueña de El Comercio, me extraña esta actitud”, dijo Cipriani ayer, y Jorge del Castillo preguntó en el twitter: “¿Veto (sic) al Cardenal en @elcomercio es decisión de su Director Berckemeyer o de los propietarios la familia Miró Quesada o del Directorio?

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