viernes, 21 de agosto de 2015

PERU: Economía, El reparto de la culpa


Mirko Lauer
Las luces rojas en el mercado de la confianza inversionista han empezado a encenderse, o por lo menos parpadear, para el Perú. La devaluación está a punto de llegar a 10% en el año. El banco Morgan Stanley anuncia que pasaremos de mercado emergente a mercado de frontera. Los fondos fiscales pronto serán insuficientes, obligando a medidas de austeridad. ¿Cuál es el augurio político de todo esto?
 
Lo primero es que el ciudadano afectado por los nuevos indicadores va a empezar a aparecer con creciente frecuencia en los medios. En verdad sorprende que todavía no aparezca, como si estuviera oculto en las páginas especializadas.
 
Lo que ha comenzado más bien es la búsqueda de responsables dentro del país. La derecha hace serios esfuerzos por atribuir la culpa a la izquierda antiextractivista, por haber desanimado inversiones que hoy serían decisivas, un argumento débil. Es cierto que el celo ecorradical de la izquierda no ha ayudado a la economía, pero la prensa de fuera cuenta otra historia.
 
El otro blanco de las atribuciones de culpa es por supuesto Ollanta Humala. La izquierda lo acusa de haber mantenido un modelo económico ortodoxo cuyas limitaciones ya eran evidentes en el 2011. Para la derecha la culpa está más bien en la ineficacia a la hora de administrar ese modelo. Es decir, no haber puesto a la gente adecuada en el MEF.
 
El efecto más importante de la crisis en ciernes no está en las acusaciones, sino en los planteamientos para arreglar, o por lo menos mitigar, la situación. Aquí parte del problema está en que los candidatos presidenciales son renuentes a darle buenos consejos a un gobierno que se va. No serán escuchados, y si son escuchados, se verán comprometidos.
 
Aun así, será inevitable que los candidatos empiecen a virar hacia el discurso de la economía. Esto significa propuestas que Humala no pueda rescatar en el poco tiempo que le queda, pero que a la vez sean un motivo convincente para votar por ese candidato. Algo difícil para los candidatos defensores cerrados del modelo económico, que son la mayoría.
 
Para la izquierda, la antiextractivista y la otra, se abre la perspectiva de las protestas. Esto hasta ahora ha querido decir pocas propuestas de economía alternativa y más bien reclamos que la población en efecto siente. Aquí el desafío será convertir movilizaciones indignadas en votos esperanzados, algo que hasta ahora no ha funcionado.
 
A la postre los discursos electorales en este tema se van a dividir entre los que quieren cambiar la política económica para mejorar la situación popular y los que quieren realizar algunos ajustes para mantener una política económica considerada beneficiosa. Frente a esta disyuntiva, el asunto de la culpa se va a volver más bien secundario.

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