martes, 11 de agosto de 2015

PERU: “IMPRESIONES: LOS ÚLTIMOS PRESIDENTES”

Las siguientes líneas son solo apreciaciones personales sobre los últimos cuatro jefes de Estado (García, Fujimori, Toledo y Humala), apreciaciones o impresiones que, por lo mismo, no están exentas de subjetividad. Por lo corto de su mandato no he incluido a Valentín Paniagua en esta breve columna.
Mi primera impresión es que ninguno de los cuatro ha sido estadista, es decir, ninguno ha tenido una visión de Estado a futuro. El modelo de política económica que nos rige desde los 90 surgió como una receta (el Consenso de Washington) aplicada desde el exterior, por lo que no puede atribuirse a una visión de Estado del entonces presidente Fujimori. Los siguientes mandatarios básicamente manejaron en piloto automático ese modelo, y ninguno de los cuatro hizo las llamadas reformas de segunda generación o reformas del Estado, así como tampoco una reforma de los sistemas electorales y de partidos. Por el contrario, Fujimori contribuyó a desinstitucionalizar y debilitar la ya precaria democracia y a los partidos políticos, centralizando y organizando la corrupción desde la más alta esfera del poder en consonancia con un régimen autoritario.
En cuanto a las características ya más personales de los cuatro presidentes creo que solo de Humala podría decirse en términos generales que es un buen hombre, con buenas intenciones, sin doblez como estrategia de acción, que realmente quiso cambiar al país, pero la debilidad de su carácter, sus temores y su influenciabilidad, lo llevaron a elegir el camino de la continuidad política y económica, quizás, muy en el fondo, a su pesar. Es posible que, por todo ello, sea el único de los cuatro al que se le nota que el poder le trae más sufrimiento que placer.  
En Toledo y García está más marcado el personalismo. Ambos gozan con el poder, y el poder es para ellos casi un fin en sí mismo. Por eso el oportunismo y el cambio de discurso (sobre todo en García), no parece generarles mayor incomodidad psíquica. Se podría decir que Humala ha terminado mintiendo (esto es, incumpliendo sus promesas) por ceder rápidamente a la presión del entorno. García y Fujimori, por el contrario, mienten de una forma más planificada y estratégica, mientras que Toledo lo hace improvisada y torpemente para acabar luego intentando tapar la mentira inicial con más mentiras.
Mientras que a Humala el poder lo ha debilitado como persona, al punto que la impresión general es que no es él quien manda, a los otros tres presidentes el poder les levanta el ego. En el caso de García este llega a desbordarse al extremo de hacerle borrar la línea divisoria entre la realidad objetiva y su propio entusiasmo: recordemos sino cuando en su segundo gobierno no podía entender que hubiese gente descontenta con la situación del país y atribuía el descontento a un supuesto pesimismo andino, o como cuando pretendía que la crisis económica mundial no era tal, a contracorriente de lo que decían destacados economistas

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