La banda armada que convulsionó la zona de los valles de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) ha sido desarticulada, sus principales mandos operativos eliminados o capturados sus reemplazos, salvo la dupla ‘Raúl’-‘José’ que fungían de cabecillas, probablemente ya fugados de la zona.
Este grupo, conocido como “remanentes” del terrorismo senderista, se hizo conocido cuando después de colaborar en la captura de Feliciano, en 1,999, hasta entonces su jefe partidario, y ya sin rumbo ideológico-político desconoció la jefatura de Abimael Guzmán. Ellos también renegaron del “pensamiento Gonzalo” y bajo la coartada de la creación de un Partido Comunista, maoísta y “militarizado”, se dedicaron a emboscar patrullas militares y a pertrecharse de armas para finalmente servir de “guachimanes” del narcotráfico en la zona. Se olvidaron de la captura del poder y la revolución. Desde la prisión, los jefes senderistas los calificaron de simples “mercenarios”.
Según el general EP Leonel Cabrera, jefe militar del Vraem hasta fines del 2014, es el narcotráfico el principal problema. Pacificada la zona, ahora les corresponde a la Policía, Devida y el Ministerio de Agricultura y Riego abordar la lucha contra el narcotráfico y convencer a la población de cambiar por otros cultivos las 20 mil ha de coca existentes en la región. Prolongada ha sido la tarea (cerca de una década), contando con más de dos mil efectivos de las FF.AA. y laPNP, y en donde el Grupo Especial de Inteligencia Operativa, (con la Dircote), ha cumplido un decisivo rol.
Pero no todo son aplausos. Quedan como manchas oscuras en esta lid victoriosa, la venta al narcotráfico del combustible de los helicópteros, y la corrupción de altos jefes militares en el coimero contrato con la empresa israelí Global CST, dizque para entrenar a nuestros comandos de la zona, cuando Rafael Rey se desempeñó como el despistado ministro de Defensa, en el año 2009.
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