En política no hay cadáveres, suele decirse, pero habría que revisar los alcances de esta premisa en el caso del expresidente Alejandro Toledo.
Y es que el líder de Perú Posible viene en agonía desde hace mucho tiempo, bien secundado por la antipatía de su esposa, Eliane Karp, y su conocida impericia para explicar el caso Ecoteva y sus derivados.
Desde esta semana pesa sobre él la recomendación del informe final -de la comisión ad hoc, aprobado por el pleno del Congreso- de denunciarlo por los delitos de lavado de activos y asociación ilícita para delinquir.
La pregunta es: ¿no estamos ante el comienzo del fin de la carrera política de Alejandro Toledo? Máxime si recordamos su propia sentencia de mayo del año pasado: "Les digo que no fundé Ecoteva, no tengo un centavo ahí. Yo me retiro de la política si me demuestran que he fundado una empresa en Costa Rica".
La sustentación del referido informe incide en que el exmandatario sí hizo lo que niega que perpetró y ahora será el Ministerio Público el que le ponga el epitafio o lo devuelva a la vida política.
Para completar su cuadro de desgracia, el vocero de su bancada y fiel escudero, José León Rivera, no sabe cómo sacudirse de las implicancias que acarrea el descubrimiento de 7.5 toneladas de cocaína en su casa de Huanchaco, Trujillo, y el video en el que se le ve conversando con los narcotraficantes dueños del cargamento.
Días oscuros para el "sano y sagrado" y las huestes peruposibilistas en general.
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