Luis Alberto Sánchez dijo hace 27 años: “El periodismo político consiste en decir la verdad en todos los campos. Lo único que no engaña, al final, es la mentira”. Fue en la notable entrevista que Víctor Hurtado publicó en el número uno de la revista Práctica, órgano del Colegio de Periodistas del Perú, setiembre de 1987.
El miércoles último, el “doctor” Alan García se negó a responder a un redactor de nuestro diario respecto a la legitimidad de sus grados y títulos académicos. “Yo no respondo a prensa chicha”, vociferó. Su ira refleja hasta que punto lo han afectado las denuncias, con pruebas, respecto a sus mentiras en esa materia. Nuestras primicias, acogidas en diversos medios locales y foráneos, han causado una herida de necesidad mortal a su ambición de un tercer periodo presidencial.
García sabe lo que es un periódico chicha. En los últimos años, como gran jefe aprista, ha auspiciado y financiado varios semanarios y hasta diarios (la versión apócrifa de La Primera es uno de sus fracasos). Todas esas publicaciones, así como las entrevistas complacientes, ostentan el sello de la prensa chicha: son un amasijo de insultos, calumnias y venalidad.
Los arranques de García confirman su ausencia de respuestas a cargos bien probados. Sus silencios y sus huidas no sirven para encubrir el hecho enorme de que es un personaje cuya ausencia de rectitud moral lo descalifica como político. En adelante, podrá seguir insultando. Sus improperios no borrarán la efigie de un personaje que fue mal alumno pero excelente graduado en viveza criolla. Nacional e internacionalmente ha sido desenmascarado.
En resumen, Alan García es, por sus trapacerías, un doctor chicha.
No renunciamos al honor de haberlo presentado en su verdad histórica. Alguna vez lo definimos como “hombre de palabra fácil y bolsillo acogedor”. El domingo último publiqué en mi columna mi “Respuesta a García”, con una apretada síntesis del prontuario del expresidente. Varios delitos omití en razón del espacio. Por ejemplo, el caso del tren eléctrico, con el cual el jefe del Apra viajó a toda velocidad al enriquecimiento.
Carlos Menem, que fue presidente de la Argentina, y arruinó a su país pero se enriqueció en el cargo, formuló una vez el anhelo de un mundo sin periodistas. García comparte ese deseo. Con una diferencia: él sí quiere periodistas, pero venales y adulones.
García debe saber ahora que, al final, lo único que no engaña es la mentira. Luis Alberto Sánchez dixit. ◘
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