domingo, 31 de agosto de 2014

Ni la gramática se salva

El diario creado por el Apra, José Lolas –empresario textil antisindical– y Rolando Breña –50 años de dirigente político, dos veces congresista–, no tiene quien lo escriba o quien lo lea.
Hace 35 años, Osborn Elliot, director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, Nueva York, escribió un decálogo sobre los deberes del periodista. Uno de los puntos exige: “Un alto respeto por la riqueza de la lengua inglesa y un afán por aprender su uso apropiado.”
Eso vale también respecto a la lengua española, o cualquier otra.
Ocurre que el columnista estrella (quizá por ser el único) de la apócrifa (y aprócrita) La Primera, el exsenador Breña, escribió el martes 19 de agosto en una de sus “columnas subversivas” (contra el idioma): los asedores de las políticas neoliberales” Quiso decir: hacedores. Más adelante habla de “traumas económicas”. Serán sin duda económicos.
Al día siguiente, el autor estampa: “a los cuales hemos hecho diferencia (sin duda debió escribir referencia). El lunes 18 no vacila en escribir: “cualquier tipo de armas, no importa si ilegales, delictuosos”. Correspondía delictuosas. El 26 de julio asevera que una economía primario exportadora “serán siempre un obstáculo”. El 28 de agosto aparece con este dislate: “el mercado se ha ido apoderándose”.
Otra hazaña aparece el miércoles 27 de agosto: “¿Qué argumentos o pretextos podría a veragitado la oposición?”. En lugar de a ver correspondía haber. Esta vez Breña pidió disculpas. “Se deslizan errores en los textos que se publican”, adujo. Lo malo es que no se deslizan, sino que forman parte de una desidia, una incultura, una irresponsabilidad.
Otrosí: Breña no sabe dónde poner, o no poner, una coma.
Esto ocurre parejo con la renuncia ética, el pacto vergonzante con el Apra y la derecha extrema. Por eso, más que todo, debería pedir disculpas el mal político y pésimo escritor.
Suelo decir en mis clases en San Marcos que mi larga experiencia en el periodismo me indica que los periodistas que mejor escriben son los que más leen: Alfonso Tealdo, César Hildebrandt, Víctor Hurtado, Guillermo Thorndike: ¡qué casualidad! Los que menos leen, peor escriben.
“Los bienes materiales”, escribió José Carlos Mariátegui, “son directamente expropiables. La cultura, no”.
No puedo olvidar lo que declaró el artista y revolucionario Teodoro Núñez Ureta: “No milito en ningún partido porque no podría soportar que un dirigente me dé órdenes en mal español”.

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