domingo, 24 de agosto de 2014

El drama de siria: 191,000 muertos que nos llevan a ISIS


Naciones Unidas recientemente entregó un informe sobre una tragedia que a veces parece lejana pero que nos impacta a todos. En tres años en Siria han muertos más de 191 mil personas, la mayoría civiles que se encuentran viviendo en una horrorosa situación con una amplia indiferencia global. Esto implica más de 174 muertos al día, lo que sin duda impacta en la vida de todas y cada una de las familias que enfrentan una situación de horror y terror que pocas otras crisis mundiales puede explicitar.  
El conflicto es de alta complejidad y aumento en la brutalidad de las facciones que más allá de enfrentarse buscan eliminarse a cualquier costo. Es así como casi 9 mil víctimas registradas son niños. Y vale la pena hacer el esfuerzo de reconocer que estos son números de hechos registrados por lo que la mayoría de las organizaciones de la sociedad civil y de Naciones Unidas en el territorio afirman que la tragedia es de una dimensión mucho mayor. 
Lamentablemente, el sistema de Naciones Unidas muestra su debilidad estructural al estar paralizada debido al apoyo permanente que Rusia le presta al Presidente Bashar al-Assad. El poder de veto en el consejo de seguridad ha impedido el desarrollo de sanciones internacionales contra Siria.  Es cierto que la geopolítica importa, pero ¿cuántos son los muertos que debe tener Siria para que las acciones coordinadas de apoyo y sanción internacional sean implementadas?
Eso mismo se deben de haber preguntado los inicialmente pacíficos grupos rebeldes en Siria que hoy componen parte importante del llamado Estado Islámico (ISIS) que controla gran parte de Siria e Iraq. No solo es una organización terrorista transnacional sino también ha mostrado capacidad de acción, reacción y definición estratégica. 
Para algunos, la falta de apoyo global a la resistencia en Siria frente a lo que para todos ha sido y sigue siendo una masacre los empujó a las manos de Al Qaeda. En Iraq las campañas sectarias han sido constantes y violentas. Los grupos sunitas fueron perseguidos constantemente y fueron vinculados con Al Qaeda, nuevamente tratando de apagar el fuego con gasolina, odio y horror. 
Más rápido de lo pensado Iraq y Siria se han convertido (apoyados por varios amigos inadvertidos) en incubadoras de odio racial y violencia transnacional. Las imágenes llenan los medios de comunicación, los países ahora sí definen que deben actuar contra el terrorismo global pero se enfrentan a una paradoja de horror: apoyarse en el régimen genocida de Al- Assad para destruir un movimiento que ayudó a conformar. 
El apoyo militar no tiene efecto si luego se apoyan gobiernos corruptos y violentos como los que hoy se ven en la zona. La compra de armamento puede ser un buen negocio para aquellos que están en la venta, pero sin duda no para los países donde estas armas serán utilizadas. 
Lamentablemente, ISIS no es la causa de los problemas sino la consecuencia de décadas de pésimas decisiones locales y globales. De un mundo que por mucho tiempo pensó que el conflicto de Siria estaba encapsulado y localizado en una parte lejana y violenta del mundo. No es cierto, la decapitación televisada de un periodista norteamericano nos muestra que la globalización no solo es de mercancías sino también de amenazas. Nos toca, por ende, entender mejor los procesos, apoyar la consolidación de sistemas propios que reconocen las diferencias étnicas y religiosas, y actuar pensando más en lo humano y menos en lo geopolítico. Tarea que sin duda llevará a una redefinición de la arquitectura institucional de Naciones Unidas, por que saber el número de muertos solo evidencia su incapacidad para prevenir y controlar los graves problemas que hoy se sufren en el mundo.

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