lunes, 26 de octubre de 2015

“El Perú siempre fue gobernado por sus enemigos”

HÉCTOR BÉJAR HABLA CLARO
Héctor Béjar Rivera
A los ochenta años recién cumplidos, Héctor Béjar Rivera es uno de los intelectuales de primer nivel del Perú. Siendo muy joven, sus ideales de un mundo mejor, justo y democrático, lo llevaron a tomar las armas cincuenta años atrás en medio del clímax de la lucha revolucionaria guerrillera que por aquellos días abrazaba América Latina. Guerrillero consecuente y luchador tenaz, lideró en 1965 el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Reproducimos a continuación una parte de la entrevista que concedió a PortalPerú.pe.
¿Cincuenta años después de la muerte de Luis de la Puente Uceda qué reflexión puede hacer acerca de la lucha revolucionaria en América Latina y el Perú?
Creo que ha habido muchos cambios en América Latina y creo que el cambio principal es que el sistema de dominación que Estados Unidos siempre ha mantenido sobre América Latina, tiene en este momento debilidades muy grandes. Estados Unidos siempre tuvo una súper vigilancia de América Latina, pero esto se ha roto y en estos momentos los países principales del continente están fuera de su dominación directa, me refiero a Brasil, Argentina y Venezuela, que son los países más fuertes del continente. México me parece que es un caso aparte. También hay que mencionar los casos de otros países más pequeños, pero igualmente importantes como Ecuador, Bolivia, Uruguay y Nicaragua. Entonces, si uno contempla el panorama de toda la región, o la subregión, es evidente que no es comparable a lo que fue la América Latina de la época de las dictaduras pronorteamericanas.
¿Esta actualidad que vive hoy el continente es el resultado de las luchas guerrillas de los años sesenta en las que usted participó?
Es un resultado de esas luchas. Es evidentemente un resultado de todo eso porque no nos olvidemos que históricamente los periodos no son cortos, son largos. Entonces, en el largo plazo, yo creo, y esto es un consenso mundial, que el poder norteamericano ya es decadente y no creo que pueda superar este siglo. Ya llegó a su tope y creo que desde el momento en que Estados Unidos surge como la primera potencia mundial, que es a partir de la Primera Guerra Mundial, al día de hoy es el comienzo del término de ese ciclo.
¿Cómo sintetizaría la figura de Luis de la Puente Uceda a quien usted conoció?
La sintetizaría como la de un abogado revolucionario, que surge de una familia de clase alta y que entrega su vida al objetivo revolucionario. Entonces, en esos términos tiene un enorme mérito. Sin embargo, no es el único caso. Hugo Blanco tiene un caso parecido y mucha gente menos conocida. En el proceso del Cusco hemos visto también a muchos chicos, que eran hijos de los terratenientes, que colaboraban con la reforma agraria y aún más la iniciaban en sus propios fundos. Tampoco es un caso solamente peruano. En las revoluciones mundiales también hemos visto un rol importante, en algún momento, de las aristocracias en el objetivo de promover o unirse a los cambios.
¿Cree que su reciente libro “Retorno a la guerrilla”, un homenaje póstumo a revolucionarios anónimos quienes ya no están más, actualiza la lucha por la justicia, la democracia y la igualdad?
Sí, sí, mi objetivo es precisamente ese, no es solamente un objetivo pasadista. Como se dice “quien controla el pasado, controla el futuro”. Entonces, el pasado debemos mantenerlo vivo, lo más actualizado posible, porque esas elecciones nos permiten proyectar un futuro distinto para nuestro país.
¿Cuál ha sido el motor de su vida?
Creo que ha sido la justicia social. Siempre fue, y sigue siendo el motor de mi vida, y seguramente lo seguirá siendo por mucho tiempo y hasta que me vaya de este mundo.
¿Cuáles son las cualidades de las generaciones actuales que lo sorprenden en comparación a las de su época?
Creo que tienen un mundo mucho más amplio del que nosotros tuvimos y tienen muchas más oportunidades que las que tuvimos nosotros. Me atormenta un poco, me angustia, que no las usen siempre, pero también creo que eso es parte de la vida, es decir hay que esperar y me parece que la preocupación más grande que tengo es que la juventud de hoy en día no conoce el pasado, o lo conoce muy poco, y está más preocupada por el consumo y por la sobrevivencia. Eso lo veo también como algo, no digamos normal, sino como una consecuencia del sistema en que vivimos. Ojalá que algunos de ellos, no todos, pero por lo menos algunos de ellos, logren usar, en el mejor sentido del término, las oportunidades que este mundo, ahora tan amplio, les da, porque para empezar cuando yo estudiaba en la universidad tenía que ir a la biblioteca, hoy día enciendo mi computadora y tengo una biblioteca infinita y no hablemos de todos los otros elementos tecnológicos que juegan en este momento. Sin embargo, creo que lo fundamental sigue siendo la conciencia personal. Tenga usted celular o no lo tenga, la conciencia es lo que gana.
¿Qué tipo de revolución pueden hacer los jóvenes de hoy en un mundo tan marcado por la velocidad, la tecnología y el individualismo?
Creo que no pueden hacer ningún tipo de revolución, porque si no ya la habrían hecho. Además creo que ni pueden, ni quieren. Entonces, es algo que diferencia estos tiempos con los que mis compañeros y yo vivimos. Claro tampoco es que nosotros fuésemos “los jóvenes”, éramos una minoría de los jóvenes de aquella época y también es cierto que había jóvenes indiferentes, que eran la mayoría. Ahora, no hay grupos como los nuestros y eso es un fenómeno, consecuencia del tipo de sistema que nosotros estamos viviendo. Por tanto, yo creo que hay que esperar, pero claro no esperar pasivamente. Lo que hay que hacer es propalar y construir ideas, trabajar mucho en la conciencia de la gente y el mundo dirá. Eso no lo vamos a lograr por el puro voluntarismo, si no que eso va a tener su secuencia.
¿Se siente usted un referente de la izquierda?
Supongo que sí. La gente me quiere mucho y yo me siento muy gratificado por eso. No sé cuánto signifique eso políticamente, creo que poco, pero si podría decir que me siento como uno de los referentes, no como el único.
Una vida bastante activa, una vida que incluso lo llevó a la cárcel.
Sí, sí, trato de mantenerme activo, ja, ja, ja y espero que no me lleven a la cárcel esta vez, ja, ja, ja…
¿Qué le dejó su paso por la prisión?
Muchísimo, me permitió pensar, me permitió estudiar, me permitió conocer a la gente, tuve muchos amigos en la cárcel, que no eran precisamente políticos, y bueno me enseñó muchísimo, muchísimo, tanto que incluso yo llegué, y eso le soy absolutamente sincero, a no ver la libertad como algo ventajoso para mí porque yo tenía mi plan de estudios adentro. Entonces, ponerme en libertad me bloqueó, me obstaculizó, lo que yo ya tenía planeado para dentro de la cárcel, pero bueno ya la vida pasó y pasaron una serie de acontecimientos y bueno las cosas se produjeron como se produjeron.
¿Cree que los políticos de este momento desempeñan un papel nada relevante y poco histórico?
Ellos hacen su papel. La política siempre fue así. A mí no me vengan con el cuento que los políticos de los años cincuenta eran gente respetable. No. Todos, con muy contadas excepciones, respondían a los intereses de los terratenientes y de los banqueros de esa época. Luis Banchero Rossi, el empresario pesquero, tenía su cédula parlamentaria que él mismo pagaba. Además, tenías a los latifundistas de senadores y diputados. La democracia peruana y toda su gente, salvo honrosas excepciones, muy contadas, siempre fue una basura.
¿Verónika Mendoza representa la renovación de la izquierda peruana?
No quiero comentar eso, ja, ja, ja. Creo que las cosas todavía no están dichas. Hay que esperar, hay que ser sereno y generoso en las apreciaciones, pero yo quiero ver, ver y ver…
¿Si no hubiera sido revolucionario qué le hubiera gustado ser?
Pintor.

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