jueves, 16 de julio de 2015

EL PAPA FRANCISCO . El Papa Sin Tapujos

El Papa Sin Tapujos

Papa gira por Sudamérica
El papa Francisco y el presidente Horacio Cartes apreciaron una danza guaraní en la bienvenida a suelo paraguayo.
El Papa Francisco cerró su gira por Ecuador, Bolivia y Paraguay impactando a América Latina y al mundo. No resulta exageración decir que el periplo que recorrió desde el 5 hasta el 12 de julio ha sido un punto culminante de la historia reciente de la región.
No solo ha sido su extraordinaria influencia mediática, trascedente por ser lo opuesto a los fenómenos masivos de quienes nos bombardean con propaganda barata de las estrellas de la semana: Francisco irradia una afabilidad genuina y un calor humano que comunica sin esfuerzo y que transforma a los que se aproximan a él o participan de sus celebraciones.
Hemos sido testigos de una auténtica comunión de este personaje extraordinario con las multitudes que van a su encuentro en el poder del amor que predica.
Su mensaje, precedido por la primera encíclica papal sobre el problema del deterioro ecológico (Laudato Si), ha tocado puntos cruciales de nuestra vida individual y social. Su opción por los pobres fue reiterada en el lenguaje claro y directo que lo caracteriza y que lo distinguió desde que, al ser designado arzobispo de Buenos Aires, convirtió los aposentos de la residencia en una biblioteca y se fue a dormir al cuarto de servicio, vendió el automóvil y se movilizaba en transporte público y visitaba las villas donde tomaba mate con sus pobladores.
Un lenguaje claro y directo que le valió que el matrimonio Kirchner nunca lo recibiera hasta que fue elegido Papa y Cristina convirtió su ignorancia previa en el acoso al que lo somete hoy.
Es muy temprano aún para evaluar qué es lo que queda de esta gira maratónica en la que Francisco se sintió cómodo, fuerte y desenvuelto. Parecía que toda su vida había estado esperando este momento. No hubo tema sobre el que se pronunciaba que no haya arrancado aplausos en unos o provocado malestar en otros.
La agudeza política de este observador del laberinto que recorre el ejercicio del poder le permitió sortear con elegancia las zancadillas de quienes pretendieron capitalizar su prestigio. En Ecuador, su primera visita, se refirió, con Rafael Correa a su lado, a la necesidad de evitar los personalismos y los liderazgos únicos propios de las propuestas ideológicamente cercanas a las dictaduras.
Este avezado jesuita que navegó en las traicioneras aguas de la dictadura militar en su país, mientras la izquierda intentaba, a veces con éxito, apoderarse del alegato a favor de la justicia social de la Doctrina Social de la Iglesia para aplicarlo por medio de la violencia armada, observó inexpresivo el provocador intento de Evo Morales de mezclar la hoz y el martillo con un crucifijo en un “regalo” que le entregó con una falta de tacto que revela ignorancia y escasa urbanidad con un invitado a su tierra.
Los pronunciamientos que fueron celebrados por unos y condenados o malinterpretados por otros fueron los relativos al sistema económico, social y político predominante en el mundo y que condena a millones de personas a la exclusión y a la injusticia.
Denunció Francisco en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, la existencia de “un hilo invisible que une a cada una de las exclusiones: un sistema que ha impuesto la lógica de la ganancia” a toda costa. “Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan los pueblos. Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana madre Tierra”, para aclarar que hablaba de toda la humanidad. “Se está castigando a la Tierra, a los pueblos, a las personas, de un modo casi salvaje” dijo.
También pidió “que no cedan a un modelo económico idolátrico que necesita sacrificar vidas humanas en el altar del dinero y de la rentabilidad. En la economía, en la empresa, en la política lo primero es la persona y el hábitat en donde vive”. Algunos han interpretado estas afirmaciones como un rechazo en bloque de regímenes basados en la libertad económica, a los cuales adjudican, con acierto, los notables progresos que conoce la humanidad en lo económico y social. Tal rechazo en bloque no existe. Francisco es demasiado inteligente como para postularlo; y la Doctrina social de la Iglesia reconoce los avances logrados.
Lo que Francisco rechaza es el afán de lucro individual como único o principal ordenador de la vida social y económica; es un “modelo económico idolátrico”, la versión actual del ídolo de oro que Moisés encontró a su pueblo adorando cuando bajó del Sinaí con las tablas de la ley de Dios. Y es ese modelo idolátrico que, junto con inmensos progresos, ha devastado la naturaleza y envenenado el aire que respiramos.
Ver al respecto el editorial de El Comercio de Lima (12/7/15). El título del editorial “De buenas intenciones” es el inicio del dicho que se completa con “está empedrado el camino del infierno”. ¿Pensará realmente El Comercio que Francisco nos está llevando al infierno con su prédica? Buen ejemplo de una reacción tan errada como desmesurada.
Francisco abundó en esta concepción de la economía al servicio del ser humano cuando se refirió a las Fundaciones Jesuíticas del Paraguay (que abarcaron también parte del norte de Argentina). El Papa las calificó como uno de los sistemas más justos de la humanidad. “En ellas, el Evangelio fue alma y vida de comunidades donde no había hambre, ni desocupación, ni analfabetismo, ni opresión. Esta experiencia histórica nos enseña que una sociedad más humana también hoy es posible’’, dijo. El gran desarrollo que alcanzaron estas fundaciones hizo que el rey de España considerara a los jesuitas un peligro y los expulsara del virreinato.
También afirmó Francisco que ni el Papa ni la Iglesia tienen “una receta” para solucionar los graves problemas de este mundo y planteó “tres grandes tareas: poner la economía al servicio de los pueblos; unir los pueblos en el camino de la paz y la justicia, y defender la madre Tierra”.
Un aspecto adicional de esta gran visión sobre los problemas globales es el rechazo de Francisco a las ideologías. En un pronunciamiento fuera del texto escrito, fustigó las ideologías, “que siempre terminan en dictadura.” “Piensan por el pueblo, pero no dejan pensar al pueblo…” “Fíjense lo que ocurrió con las ideologías del siglo pasado, terminaron siempre en dictaduras”. Y consideró a la corrupción como la “gangrena” de un pueblo.
Otro aspecto clave de nuestro tiempo fue señalado por Francisco cuando se refirió a “la concentración monopólica de los medios de comunicación social, que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural, (y) es otra de las formas que adopta el nuevo colonialismo. Es el colonialismo ideológico”.
Por fin, de este océano de afirmaciones subrayamos el llamado “Construyamos siempre la paz!” y pidió evitar “gestos arrogantes, palabras hirientes, actitudes prepotentes y fomentar, en cambio, la comprensión, el diálogo y la colaboración.” Un diálogo que planteó como el centro de los esfuerzos por resolver el problema de la salida al mar de Bolivia y que llevó al canciller chileno a afirmar que su país ha estado y sigue estando abierto al diálogo con Bolivia para resolver los problemas que subsisten, respetando el derecho internacional.
Francisco, por fin, exhortó “Los animo a que sigan trabajando con todas sus fuerzas para consolidar las estructuras e instituciones democráticas que den respuesta a las justas aspiraciones de los ciudadanos”.(Escribe: Luis E. Jiménez)

Palabra de Bergoglio

Las intervenciones más impactantes del viaje del Papa a Ecuador, Bolivia y Paraguay.
Francisco ya vuela de regreso a Roma, tras una intensa semana. Un viaje de masas, pero fundamentalmente de contenido, en el que el Papa se ha encontrado con el “alma” de la Iglesia latinoamericana. Ha atacado la corrupción, “la gangrena de los pueblos”, la inequidad social, y en un discurso a los movimientos populares arremetió como nunca antes contra el sistema económico actual, “que mata”. “Otro método que no da libertad es el chantaje y eso es siempre corrupción”, agregó y recalcó que es un fenómeno que se repite “en todos los pueblos del mundo”. En Ecuador dijo: “Un pobre que muere de frío y de hambre hoy no es noticia, pero si las bolsas de las principales capitales del mundo bajan dos o tres puntos se arma el gran escándalo mundial”. El Papa también hizo un significativo mea culpa, en Santa Cruz, Bolivia, pidió “humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”. Además expresó que “se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América, en nombre de Dios”.

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