sábado, 7 de junio de 2014

Los errores judiciales

Javier Valle – Riestra
Un excelente libro de René Floriot, titulado “Los errores judiciales”, estudia los siguientes temas: 1. No se había cometido crimen alguno, pero es condenado un hombre; 2. Partiendo de elementos exactos, la justicia hace un falso razonamiento; 3. La justicia extrae conclusiones lógicas, partiendo de bases falsas; 4. La justicia engañada por el acusado; 5. La justicia engañada por los documentos; 6. La justicia engañada por los testigos; y, 7.Los yerros de los peritos.
Veamos cada uno. Primero, es un error bastante frecuente y se produce, verbigracia, cuando la justicia cree que se encuentra en presencia de un asesinato cuando se trata en  realidad de una muerte natural o de un suicidio; encuentra un “culpable” y lo condena; y, también la justicia puede equivocarse al condenar igualmente a un inocente injustamente acusado por la presunta víctima de una agresión imaginaria.
Segundo, vayamos, ahora, un caso concreto. Un malhechor ha robado unas joyas y trata de sacarles el mejor precio. Conoce a un hombre bueno y le cuenta una conmovedora historia: está sin trabajo. Tiene a la mujer en el hospital y en la casa reina la miseria. El hombre honrado se deja convencer, tiende los billetes y se lleva las joyas. Poco después es detenido el ladrón y da el nombre de su cliente, quien terminó acusado de receptación y tardíamente absuelto, después de un inacabable proceso.
Tercero, todos, consciente o inconscientemente, engañan a la justicia. El primero es el acusado. El juez no ignora que el culpable trata frecuentemente de engañarlo, pero, también ocurre que un inocente se acuse de hechos que no ha cometido; los testigos hacen voluntariamente declaraciones inexactas, otros deforman la verdad y finalmente, los expertos pueden cometer errores susceptibles de falsear el curso de la justicia.
Cuarto, es muy frecuente que un hombre tras hacer su declaración a la policía, se retracte de ella ante el juez instructor despistando el juicio. Quinto, la justicia puede ante todo ser engañada por un documento fabricado en todos sus extremos: cuando el falsario imita la escritura y la firma de un tercero. La palabra final la tienen los grafólogos… que frecuentemente se equivocan.
Sexto, los falsos testimonios aparecen como el origen de la mayor parte de los errores judiciales; y, Sétimo, eruditos peritos pueden equivocarse y así el error judicial es inexorable. Ahí tenemos el drama del calumniado capitán francés Alfredo Dreyffus a fines del siglo XIX. No beatifiquemos la justicia.

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