Ayer cometí en mi columna un error de pesos (20 en lugar de 10). Escribí que Simón Bolívar había ordenado ejecutar al funcionario que robara al fisco más de veinte pesos. Me traicionó la memoria. En realidad, el decreto del Libertador expresa:
“TENIENDO PRESENTE
“I. Que una de las principales causas de los desastres en que se ha visto envuelta la República, ha sido la escandalosa dilapidación de sus fondos, por algunos funcionarios que han intervenido en ellos:
“He venido en decretar y decreto:
“1.º Todo funcionario público, á quien se le convenciere en juicio sumario, de haber malversado, ó tomado para si de los fondos públicos de diez pesos arriba, queda sujeto á la pena capital.”
En nuestros días, la corrupción es uno de los grandes males. Una manifestación de estos días es la aparición de líderes del partido más corrupto, el Apra, como apóstoles de la moral. En tiempos de Bolívar ya habrían perdido la lengua, y la cabeza.
La corrupción política es una herencia de la Colonia. Y la España de hoy no es inmune a esa lacra. Ayer jueves, el diario madrileño El País publicó la más reciente encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS): 42.3 por ciento opina que la corrupción y el fraude son el principal problema de España.
El órgano de la derecha, el Partido Popular (PP), es el más corrupto de España, aunque el izquierdista Partido Socialista Obrero Español (PSOE) no está exento de culpas.
Este factor, junto con el fracaso de la política neoliberal, explica por qué el partido Podemos, nacido hace apenas nueve meses, resulta en la encuesta con la mayor intención de voto directa: 17.6 por ciento, frente al 14.3 por ciento del PSOE y el 11.7 por ciento del PP.
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