viernes, 29 de abril de 2016

OPINIÓN | Tafur: Aprobado, pero con las justas

Tiene razón el presidente Ollanta Hu­mala cuando acusa recibo de ser víc­tima de un juicio inequitativo por parte de la oposición o la prensa, pero carece de ella cuando saca pecho indi­cando que su Gobierno ha superado larga­mente a los anteriores.

Debe reconocerse que el manejo económico ha sido el correcto frente a la crisis internacio­nal, pero no puede decirse lo mismo respecto del inmenso lastre que es el Estado a la hora de agilizar decisiones de inversión (el escándalo de los bloqueadores de celulares para los pena­les es el mejor bo­tón de muestra de semejante lenidad).

Lo mismo puede decirse en materia de la reforma educa­tiva, aunque, a pesar de lo avanzado, esta­mos a años luz de ver resultados efectivos en lo que concierne al objetivo central, que es elevar el nivel educativo. Se per­dieron años valiosos, pero debe reconocerse que se encontró el norte.

Igualmente, deberá ponderarse el apor­te tecnocrático en el manejo de los progra­mas sociales, particularmente en Juntos y Qali Warma, a pesar del zarandeo mediático. Quizás el acento que tenían programas tipo Foncodes debió mantenerse, pero, en líneas gruesas, se ha avanzado.

No es tan válida esta mirada positiva en ma­teria de la reforma del Estado, a pesar de los esfuerzos concentrados en Servir y en la bús­queda de instaurar la meritocracia en las plani­llas estatales. El Estado, después de cinco años de administración nacionalista, sigue siendo el mismo elefante blanco de antes.

El problema de fondo es que el balance no puede ser superlativo, ni para el Gobierno de Humala ni, por cierto, para los de García y Tole­do, al considerar el inmenso número de refor­mas pendientes. Al ritmo de una o dos por cada lustro, el Perú recién construiría modernidad a mediados del siglo en curso. Demasiado tiem­po para la urgencia.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: 

No hay comentarios:

Publicar un comentario