domingo, 17 de abril de 2016

César Lévano : El segundo voto

Conforme avanzan los días y las cifras, van apareciendo nuevas facetas de la votación del domingo 10. En primer lugar, Pedro Pablo Kuczynski y su equipo descubren, mirando a la segunda vuelta, algunos aspectos de sus propuestas coincidentes con los proyectos de Verónika Mendoza.
Pedro Francke recogió el guante, y respondió que antes de cualquier parecido o coincidencia, PPK debe pedir disculpas a Verónika Mendoza por haberla llamado “terrorista” y “chavista” sin ningún fundamento.
Marisa Glave ha salido al paso con un razonamiento irrefutable: PPK debe pedir disculpastambién a los andinos por lo que declaró: que los andinos son brutos porque sus cerebros no captan, debido a la altura, el oxígeno necesario. Quizas por eso se ha instalado en Arequipa, que no es sierra ni costa, sino cuesta. ¿Qué va a hacer desde allí? ¿Va a lavarles el cerebro a los andinos?
PPK debería entender que en política importa, más que la altitud geográfica, la altura de miras. Es decir, de principios, de soberanía, de patria.
El exestadounidense debería, además, analizar a fondo las cifras de las elecciones. Así comprendería que ganó con las justas el segundo lugar en la votación. Obtuvo el 20,98 por ciento. Verónika logro 18,85, pero si Gregorio Santos hubiera tenido la grandeza de renunciar a su candidatura, su 4,02 hubiera lanzado a la segunda vuelta a la candidata del Frente Amplio.
Asimismo, PPK debería tomar en cuenta que los votos del Frente Amplio y los de Acción Popular juntos superan los suyos: 2’819,546 (18,85%) más 1’092,400 (6,97%). PPK acumuló 3’137,572 votos; Frente Amplio y AP sumaron 3’861,946.
No son poca cosa esos dos partidos, que en cierta forma actuaron unidos bajo el gobierno de Ollanta Humala y que tienen enorme peso específico para la segunda vuelta. Sin duda, el astuto y fogueado PPK lo toma en cuenta.
Los analistas más lúcidos y serenos señalan que ahora lo más importante es impedir que Keiko Fujimori llegue a la presidencia de la República. Hay varios caminos para evitarlo, y hay que hacerlo siguiendo el consejo político y militar: hay que concentrar el fuego sobre el enemigo principal y más peligroso.
He arribado a mi propia deducción, pero prefiero no difundirla y esperar que se abra un debate serio y sabio en las fuerzas progresistas. Como en otras coyunturas dramáticas del Perú y el mundo, las fuerzas de la democracia, la libertad y la justicia sabrán abrir camino a un pueblo que espera y lucha, que lucha y espera. Y no se desespera.

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