sábado, 23 de abril de 2016

La responsabilidad del cardenal Cipriani en el caso Sodalicio OPINIÓN | Martín Scheuch

Mientras que el Sodalicio está en el ojo del huracán, el cardenal Cipriani está pa­sando piola y guarda silencio. No es para menos, pues este instituto de vida con­sagrada, que tiene su cuar­tel general en la arquidióce­sis de Lima y que desde hace más de cuatro décadas ha cometido abusos en perjui­cio de jóvenes bajo su res­ponsabilidad, siempre ha apoyado a Cipriani en todas sus iniciativas.

Mons. Eguren y Mons. Sch­malhausen, obispos sodáli­tes, firmaron la carta del 28 de agosto de 2015 para respaldar a Cipriani en el asun­to de los plagios en un artículo publicado en el diario El Co­mercio. Asimismo, ACI Pren­sa, la agencia de noticias diri­gida por el sodálite Alejandro Bermúdez siempre ha mos­trado su apoyo incondicional a Cipriani, informando de ma­nera complaciente y servil sobre cualquier palabra o activi­dad del arzobispo limeño.

Cipriani ha defendido su inocencia al argumentar que el tribunal eclesiásti­co interdiocesano, donde ingresaron las denuncias contra Figari, es autóno­mo y que él como modera­dor sólo cumple funciones administrativas, pero no ve los casos. Pues resulta que en el derecho canónico no existe esa figura, ya que todo tribunal eclesiástico diocesano o interdiocesa­no debe tener un obispo a la cabeza, el cual tiene potestad judicial como juez de primera instancia.

El cardenal Cipriani, ig­norando directivas vatica­nas, no ha elevado denuncia ante las autoridades civiles por los delitos señalados. Tampoco se ha comunica­do con las víctimas para in­formarles sobre el estado de las denuncias ni para aco­gerlas pastoralmente.

Nunca más que ahora son actuales las palabras que Juana de Arco le diri­gió a los obispos del tribu­nal eclesiástico que la con­denó: “Los hombres de Iglesia no son la Iglesia”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario