sábado, 4 de octubre de 2014

Papelón del Presidente

Ayer en esta columna planteé que el gobierno había incurrido en un tremendo papelón en la frustrada candidatura de un peruano a la secretaría general de la OEA, cargando las baterías contra Torre Tagle, lo cual es correcto, pero lo que no puede olvidarse es que, en última –y primera– instancia, la responsabilidad es del presidente Ollanta Humala, a quien le corresponde dirigir la política exterior.
Hay una historia secreta que debe ser contada para entender el papelón protagonizado por el gobierno del presidente Humala en la candidatura de Diego García Sayán.
Dicha iniciativa no provino del despacho presidencial propiamente dicho, sino de ese otro espacio del ‘West Wing’ palaciego desde donde se codirige el gobierno y, más precisamente, de la oficina de la primera dama Nadine Heredia.

En este sentido, cuentan personas que conocen lo que pasa en ese Palacio, el presidente Humala no tenía mayor entusiasmo por presentar una candidatura peruana a la OEA. 
Es más, al presidente Humala no le entusiasma particularmente la postulación de peruanos a puestos de dirección en organismos internacionales, algo que tiene que ver, lamentablemente, con una falta de visión que vaya más allá de su preocupación inmediata. Una visión un poco chata del mundo, digamos.
Esa falta de entusiasmo sucedió, por ejemplo, en el caso de Francisco Eguiguren a Unasur, o de José Antonio García Belaunde a la secretaría general Iberoamericana.
Son dos ejemplos relevantes, pues en un caso, se trata de un ministro de su propio gobierno, pero en el otro de quien fue el canciller durante todo el lustro de la segunda administración del presidente Alan García, algo que a Humala le produce particular tirria y que fue el motivo por el que no estuvo interesado en evaluar la propuesta que le hizo el canciller Gonzalo Gutiérrez para postularlo a la OEA.
Pero el problema de la falta de interés del presidente Humala por la candidatura a la OEA de García Sayán se vio acentuado por las mismas razones por las que el fujimorismo lo objetaba: los juicios a militares por violación de derechos humanos.
Sin un respaldo presidencial, una candidatura a la OEA es absolutamente inviable, como se explicó ayer en este espacio, y eso es lo que ocurrió en el caso de García Sayán por las dos razones indicadas.
¿Por qué, entonces, aceptó el presidente Humala el lanzamiento de dicha candidatura si al final no iba a respaldarla como se requería?
La respuesta a este problema es que esta copresidencia que tenemos también tiene, pues, sus diferencias, que siendo menores, no dejan de ser relevantes y acaban produciéndole graves papelones al país.

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