martes, 17 de febrero de 2015

Violencia en la escuela

Una encuesta reveló al país que un 34% de estudiantes de centros educativos habían sido objeto de acoso en estos por otros estudiantes y, algo tan grave como lo anterior, que un 63% de los maestros interrogados sobre esta realidad de violencia consideraban que el problema no les concernía. Contra ambas actitudes hay que reaccionar, pues descubren dos caras de una misma realidad a la que se ha dado la espalda por años.
Se ha visto a menudo la violencia escolar como el resultado de las precarias condiciones de ciertas áreas urbanas, como un producto de la tensión provocada por la existencia de pandillas, etc. Es posible que estas causales intervengan, pero no bastan para explicar un fenómeno que, con mayor o menor recurrencia, se da en casi todos los establecimientos escolares –públicos o privados– y descubre que la escuela como institución es vulnerable, no funcionando siempre como la comunidad pacífica y creativa que se espera que sea, opuesta a la discriminación y la violencia.
La escuela debe ser un lugar de equidad y justicia, un centro de formación y entrenamiento de una futura ciudadanía responsable. No basta, por lo mismo, con castigar a los protagonistas de hechos vandálicos o de violencia contra sus compañeros. Es necesario que las autoridades escolares y los propios maestros se impliquen e impartan principios que condenen la violencia interpersonal, que es conocida por su nombre inglés de bullyng y de cyberbullyng cuando se vale de celulares e internet para difundir el acoso, la amenaza o la agresión psíquica o sexual entre escolares.
Es verdad que este tema no puede limitarse al escenario donde ocurren los actos de violencia, pues también requiere de una adecuada prevención en el ámbito familiar. Los padres deben dialogar con sus hijos y no temer evocar ciertas situaciones, en especial cuando alguno de ellos se manifiesta reacio a retornar a las aulas. Sin esta intervención del hogar es imposible el tratamiento adecuado de un caso que con frecuencia se extiende por semanas y meses, y cuyos causantes cuentan con el silencio atemorizado de sus víctimas.
A estas víctimas hay que pedirles que no callen, que denuncien los hechos a sus padres y maestros, pues es el único modo de librarse de infiernos privados que pueden dejar secuelas no solo físicas sino también psicológicas. Que no se repita el caso de aquel escolar que solo habló cuando fue sometido a un trato tan despiadado y brutal que estuvo a punto de dejarlo parapléjico.
Nuestro pedido al Ministerio de Educación para que se instauren jornadas de reflexión contra la violencia en los centros educativos y ciclos de charlas en los que los profesores traten con sus estudiantes este problema. Igualmente la creación de un día contra la violencia en el calendario escolar ayudaría, pues se ha comprobado que en estos casos la prevención es siempre mejor que la sanción. Al desterrar la violencia de las aulas contribuimos todos a forjar un futuro de mejores ciudadanos en nuestro país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario