Si Keiko gana, tendrá 73 congresistas que aprobarán todo lo que venga de Palacio. Desde un lado ingenuamente activo, los proyectos pasarán por un tubo (Petrozzi dixit)
Si Keiko gana, tendrá 73 congresistas que aprobarán todo lo que venga de Palacio. Desde un lado ingenuamente activo, los proyectos pasarán por un tubo (Petrozzi dixit). Lo tenebrosamente riesgoso: si Keiko gana, la bancada de PPK quedará a la deriva y sin liderazgo. Tal como el 2011, PPK no podrá influir en su bancada; los fujimoristas solo tendrían que reclutar a diez pepekausas para conseguir mayoría calificada y lograr el control absoluto del poder.
Si PPK gana, tendrá una bancada fujimorista probablemente hostil al iniciar su mandato; con la sangre en el ojo por la derrota y propensa a la confrontación. PPK deberá acercarse a los fujimoristas ofreciendo llevar adelante algunas de sus reformas. No habría cogobierno, pero sí establecería consensos que den presencia y algo de gestión a los fujimoristas en el gobierno.
Si Keiko gana, sus acercamientos se deberán sellar con las calles, que serán implacables con ella. Su familia marcará la agenda; se le exigirá a Keiko cobrar la reparación civil que su padre adeuda al Estado, y que sus tíos comparezcan ante la justicia. Deberá persuadir a su familia que no pida sacar a Fujimori de la Diroes pues, con él fuera, su gobierno puede tambalear.
Gane Keiko o PPK, las calles tendrán voz propia y dictarán buena parte de la agenda del quinquenio. Gane Keiko o PPK, cualquier yerro será cosechado por una izquierda, aunque con liderazgos en veremos, deseosa de capitalizar desastres para reagruparse el 2021. Gane Keiko o PPK, si no se construye un sólido segundo piso del modelo, será dejar la mesa servida a los que quieren desandar lo avanzado.
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