Necesitamos votar por quien garantice la democracia, y una lucha contra la corrupción y el narcotráfico
Por: Liz Meléndez
A pocas semanas de la segunda vuelta electoral, nos toca pensar muy bien a quién le daremos nuestra preferencia. Aunque el voto blanco o viciado es un derecho, no creo que sea la mejor opción en el actual escenario.
Es fundamental dar nuestro voto al candidato que nos ofrezca mayores garantías para la preservación de la democracia y el Estado de derecho. Es decir, quien gobierne el Perú debe garantizar el respeto irrestricto a los derechos humanos, a la libertad de expresión y a la institucionalidad del Estado; sobre todo, debe tener legitimidad y un entorno adecuado para combatir la criminalidad, la corrupción y el narcotráfico.
No debemos olvidar que la criminalidad en el Perú, cada vez mayor, se encuentra asociada con la creciente presencia del narcotráfico. Por lo tanto, la solución, lejos de ser la militarización de las calles, se encuentra en la lucha frontal contra esta lacra que viene enquistándose profundamente en nuestra sociedad. Estaríamos cometiendo un gran error si le damos nuestra confianza a quien no tenga las credenciales suficientes para luchar frontalmente contra este crimen.
La publicación del reportaje sobre los presuntos vínculos del congresista fujimorista Joaquín Ramírez, hoy ex secretario general de Fuerza Popular y aliado indiscutible de Keiko Fujimori, habrá logrado hacer un destape público, pero las investigaciones sobre lavado de activos van más allá de la DEA y no son recientes en nuestro país, pues hay un riesgo latente de que la narcopolítica se instale en nuestro Estado.
Sobre ello, ha llamado la atención la congresista Rosa Mavila, quien es titular de la Comisión de Narcopolítica del Congreso, no solo a raíz del escándalo del representante del fujimorismo, sino a partir de las muchas investigaciones que existen.
Creo que votar por el fujimorismo es un insulto a la memoria y un premio a la cantidad de corruptos y autoritarios que operaron y quieren seguir haciendo de las suyas en nuestro país. Es también, actualmente y dadas las evidencias, un riesgo para nuestra seguridad, pues podríamos estar abriendo la puerta del poder absoluto a personas vinculadas con entornos peligrosísimos.
De otro lado, no basta con que Joaquín Ramírez trate de justificar las investigaciones que se le hacen victimizándose por, según él, “ser un cholo con plata” ni que Keiko Fujimori haga lo mismo señalando su condición de mujer en esta contienda. Esto, en las actuales circunstancias, es un absurdo.
Si bien es cierto el machismo y el racismo son problemas sociales profundamente extendidos en nuestro país que operan también a nivel de la política, estas variables no lo justifican todo. Mucho menos pueden ser usadas para invalidar investigaciones y cuestionamientos legítimos. No permitamos que estos argumentos sean utilizados para defender lo indefendible.
Este 5 de junio, votemos con responsabilidad.
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