Por: Juan Carlos Tafur
Cabe preguntarse si el respaldo explícito que Verónika Mendoza le brindará a Pedro Pablo Kuczynski es el esperado incremento de su caudal de votos.
Primero, nadie, y mucho menos una lideresa con mucho futuro pero con un presente recién nacido, tiene la capacidad de inducir a sus seguidores a traducir su intención de voto a favor de otro candidato. En su caso, cabe recordar que sus adhesiones fueron imprevistas y se dieron cuando un tercer candidato, como Julio Guzmán, fue excluido de la misma.
Segundo, un porcentaje importante del votante de Mendoza ya se había trasladado a favor de PPK y otro, menos numeroso, a favor de Keiko Fujimori. Lo más probable es que el reducto indeciso se incline a favor de ambos casi proporcionalmente.
Tercero, el votante aún indeciso, que votó en primera vuelta por la izquierda, responde a unas coordenadas socioeconómicas mucho más cercanas al votante de Keiko Fujimori que al de PPK (como bien lo ha demostrado un reciente trabajo publicado por el economista Carlos Paredes). Si es que existe algún canal natural de trasvase sería más bien a favor de Keiko y no de PPK.
Cuarto, resulta muy difícil suponer que el votante radical de izquierda (una parte del mismo afincado detrás del voto por Mendoza) vaya a considerar como mal menor a PPK. Es como si a un votante cajamarquino extremista le pidiesen definirse en una segunda vuelta en Cajamarca entre Absalón Vásquez o Roque Benavides: se corta la mano antes de votar por uno de ellos.
No parece anidar en este bolsón izquierdista el gran elector de esta campaña. Parece mucho más rentable –en términos de “gasto” electoral y posibilidad de “retorno”– tratar de conquistar o reconquistar al movedizo elector limeño y a los indecisos que en la capital residen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario