martes, 17 de mayo de 2016

OPINIÓN | Tafur: Escándalo y prueba de carácter

Por: Juan Carlos Tafur

No está bien, en términos abstractos, que una campaña esté salpicada de guerra sucia o golpes bajos. Lo ideal es que nos enfrentemos a un com­bate de propuestas y que el elector juzgue racionalmente cuál es la mejor opción.

Pero solo una campaña plagada de impre­vistos o crisis temporales permite discer­nir lo que quizás sea la mayor prueba de los candidatos y es lo que en Estados Unidos los estrategas de marketing político llaman “la prueba de carácter”, la misma que se aplica especialmente en situaciones de escándalo.

Mal podría un candidato gober­nar un país, en cuyo ejercicio los pro­blemas y escánda­los abundarán, si no puede sortear cualquiera de los obstáculos que se le ponen al frente en plena campaña.

En la medida que revela los entresijos de personalidad de quienes aspiran a gobernar un país endemoniado como el Perú, bienve­nida la batalla campal. El carácter imprime los actos de un gobierno mucho más que los equipos técnicos o las propuestas de gobier­no.

Keiko Fujimori atraviesa en estos momen­tos una durísima prueba. No es poca cosa que la DEA, la agencia norteamericana de lucha contra el narcotráfico, pueda tener en curso una investigación a su brazo dere­cho y secretario general de Fuerza Popular, Joaquín Ramírez (por cierto, interesa poco o nada si existe o no alguna intencionalidad política en el gestor o en el medio que lo pro­pala).

Una fallida reacción inicial exige ahora una sobrerreacción de la lideresa de Fuerza Po­pular. El informe periodístico puede ser re­velador, aunque resulta deseable que en los próximos días adquiera mayor contun­dencia, pero desde ya, quien ha contribui­do a multiplicar sus efectos ha sido la pro­pia Keiko Fujimori con una respuesta inicial a todas luces equívoca. Veremos si basta la reacción posterior para detener la bola de nieve.

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