miércoles, 15 de junio de 2016

OPINIÓN | Francesca Emanuele: El negocio del sistema penitenciario de PPK

Por: Francesca Emanuele

Hacer que los delincuentes se pudran en la cárcel. Mejor dicho, acumular las penas, como lo plan­tea el recientemente electo presidente Pedro Pablo Kuczynski, no disminuirá la criminalidad. Así lo señalan numerosos estudios a nivel mundial, entre ellos el último informe del Consejo Nacional de Investi­gación sobre Encarcelamiento Masivo en EE.UU. La efi­cacia de las penas está en su certeza, en que verdadera­mente se arreste a los delincuentes, no en encarcelarlos por más años porque los delincuentes operan sobre el op­timista supuesto de que no serán detenidos.

Ya en los últimos 5 años, el número de reclusos se ha in­crementado en casi un 40% y las prisiones en la actualidad tienen un 124% de sobrepoblación carcelaria. Otra medi­da del plan de gobierno de PPK es la reducción “del peso relativo de las perso­nas privadas de liber­tad a través del uso de los grilletes elec­trónicos” para faltas menores. En efecto, esto aliviaría el haci­namiento en las cár­celes. Por último, la reforma del sistema penitenciario del ex­ministro pasa un programa que “permitirá que los inter­nos generen sus propios recursos económicos para au­tosostenerse” y “que no sigan viviendo del ocio”, versa literalmente el plan.

Como buen hombre de negocios, PPK aborda el tema carcelario desde una perspectiva economicista que prin­cipalmente beneficiaría a las empresas contratistas que dotarían al Gobierno peruano de los grilletes y de la ges­tión de los programas de trabajo forzado que se busca implementar. De lo que el señor Kuczynski nos está ha­blando, por si aún no nos hemos dado cuenta, es de la in­minente reforma del sistema penitenciario peruano, con­virtiéndolo en uno privado o semiprivatizado.

El error de estos planteamientos es que obvian el pro­pósito fundamental de las prisiones: el ser espacios de rehabilitación. Los riesgos de estas propuestas son que precisamente producen un incremento masivo de la po­blación carcelaria en tanto que un reo se convierte en un trabajador gratuito para la empresa privada. Se crea una industria que incluso se beneficia del crimen. Y para mues­tra, tenemos a los Estados Unidos, que, desde que inició la proliferación de las cárceles privadas, se ha converti­do en el país con mayor población tras las rejas del mun­do. Es tanta que supera a la de sus propios estudiantes.

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