domingo, 7 de diciembre de 2014

Un hombre que sabía demasiado

Honestidad que ya no hace diferencia en este gobierno.
El presidente Ollanta Humala estaría cometiendo un grave error si –como lo refleja su actitud– sigue actuando como si la creciente crisis de credibilidad que está sufriendo su gobierno se fuera a disipar con el simple paso del tiempo, como el ambiente de Navidad que termina el 25 de diciembre, o el frío que ya se despide de la capital porque se aproxima el verano con su calor.
Pues lo que está sufriendo el gobierno es, precisamente, una crisis de credibilidad y confianza que es creciente y cuyas consecuencias pueden ser muy graves para lo que queda de esta administración.
Dicha crisis de credibilidad obedece a la sospecha razonable y legítima –por todo lo que se está conociendo cada día que pasa– de que Palacio de Gobierno está protegiendo al prófugo Martín Belaunde Lossio.

Dicha protección no se explicaría por una involucración en las actividades indebidas en las que Belaunde Lossio se ha metido en diferentes instancias del Estado, sino por hechos en los que este participó en el pasado durante las campañas electorales de Ollanta Humala y Nadine Heredia que podrían ser revelados si es que fuera a una cárcel mientras se lo procesa, y que a ellos les conviene mantener en reserva, específicamente por el origen del financiamiento de sus postulaciones.
Los contactos con el poder que tuvieron Belaunde Lossio y personas afines a él fueron inicialmente desmentidos, y, cuando se conocieron, el gobierno quedó mal parado.
Pero los incidentes alrededor del Ministerio de Justicia y de la Procuraduría Anticorrupción constituyen circunstancias que hacen escalar el escándalo hasta niveles que son sumamente preocupantes.
El problema de fondo en todo esto es que la credibilidad del propio presidente Humala se sigue mellando sin que se perciba una respuesta de Palacio que transmita confianza. Incluso, hasta la eventual captura de Belaunde Lossio –como lo ha solicitado la justicia– podría ser hoy interpretada como parte de un arreglo para comprar su silencio a cambio de condiciones que lo beneficien para salir del tremendo problema en el que anda metido.
El lema principal del candidato Ollanta Humala fue ‘honestidad que hace la diferencia’, y ese era uno de sus activos políticos principales. Pero ahora eso se ha mellado.
Este problema creciente de credibilidad del gobierno no se va a ir como el clima que cambia con el paso del tiempo. Sin una reacción política del presidente que transmita confianza, lo que va a suceder es que su espacio político para manejarse en lo que queda del gobierno se va a reducir significativamente, convirtiéndolo en un pato rengo.

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