sábado, 6 de diciembre de 2014

Desde el lado del corazón

Homenaje a Quehacer en su última edición (1979-2014).
Mientras escribo esta nota tengo delante de mí el primer número de Quehacer –“realidad nacional, problemas y alternativas”– con portada de fondo lúcuma y olor a papel viejo por los treinta y cinco años que han pasado desde que, en 1979, se fundó esta revista que he seguido con aprecio e interés durante todo este tiempo.
En esas tres décadas y media, Quehacer debatió, revisó, discutió y planteó las distintas miradas al Perú y al mundo desde la visión de la propia izquierda nacional.
Cuando Quehacer se fundó, los temas relevantes eran el retorno a la democracia tras un gobierno militar que planteó una revolución con las ideas de izquierda, y que produjo una tremenda crisis económica.
Pronto llegó Sendero para poner todo patas arriba y plantearle al país, y a la propia izquierda peruana, uno de los desafíos más complejos, lo cual puso en cuestión su propia identidad, fundamentos y creencias.
Después vino el primer gobierno de Alan García con un programa supuestamente izquierdizante que llevó al país al borde del abismo. Saliendo de ese desastre, se ingresó al fujimorismo que la izquierda ayudó a llevar al poder –y a la cual desembarcó rápido– y que terminó modernizando el país en lo económico, y derrotando al terrorismo, pero destruyendo la institucionalidad y la democracia, y ejecutando una corrupción tan profunda que hasta hizo palidecer a la del primer alanismo.
Luego vino la fase democrática postfujimorista que ha mantenido la recuperación económica pero ahondando la crisis institucional y de los partidos, con una izquierda peruana que no ha sido una excepción.
Y ahora está el nacionalismo de Ollanta Humala, que llegó por la izquierda y con la izquierda, pero que ahora gobierna ya no se sabe muy bien por dónde, pero sin la izquierda, a la cual pronto desembarcó.
Ahora, la izquierda anda buscando, con mucha confusión y no poca dificultad, su propio espacio en medio de un país que sigue cambiando con rapidez, y tratando de construir una plataforma propia para no depender de un ómnibus al que se sube pero no controla ni dirige.
Quehacer ha sido en estos treinta y cinco años turbulentos y complejos, desde sus números iniciales dirigidos por Henry Pease, hasta los de ahora liderados por Balo Sánchez León, con la participación de personas entrañables como Cancho Larco o Federico Velarde, entre muchos otros, la revista que presentó, con inteligencia y realismo, de una manera sistemática, los puntos de vista desde la izquierda sobre los temas relevantes del país, y teniendo la apertura suficiente para invitar a gente que –como este columnista– no era de ese lado para opinar sobre ellos.
Se le va a extrañar a Quehacer.

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