Alejandro Cavero Alva
Editor de Opinión de Lucidez.pe @AlejandroCavero
 
La reciente difusión del testimonio de Jorge Barata en donde confiesa haber entregado tres millones de dólares a la campaña de Ollanta Humala ha sacudido, nuevamente, el ambiente político del país. Ya son dos los ex presidentes involucrados en haber recibido dinero de una empresa acusada de actos de corrupción. Uno directamente como coima, y otro como coima encubierta a través de aportes de campaña.
¿Cómo, de otra forma, se podrían justificar los suntuosos gastos de la ex pareja presidencial durante los últimos años? Lujosas remodelaciones en su casa en Surco, camionetas de último modelo, vestidos, relojes, chocolates. Incluso costosos honorarios de abogados. ¿Todo con los 15 mil soles que recibe Ollanta Humala como ex presidente?  Era evidente que algo no cuadraba en la ecuación.
Lo mismo ocurrió con Alejandro Toledo, ¿de dónde tenía cuatro millones para una casa en Casuarinas y una oficina? Encima, malos lavadores de dinero. El principio número uno del lavado de activos es no hacer ostentación de tu dinero si es que no tienes fuentes legitimas para camuflarlo en el sistema legal. Sino pregúntenle a Walter White de Breaking Bad.
Los nacionalistas han salido a negar los aportes en todos los idiomas. Gastañadui, escudero por excelencia, dijo que “Barata debe probar que dio el dinero”. Y otros abogados han sostenido que como es un aporte de campaña entonces no constituiría delito de soborno. ¿Enserio? ¿Me van a decir que Odebrecht dio tres millones de dólares porque creía en la Gran Transformación? Los peruanos no somos idiotas. Y es claro el tremendo beneficio que recibió Odebrecht en el gobierno nacionalista, con el que obtuvo el contrato más jugoso de toda su historia de operaciones en el Perú: el Gasoducto Sur Peruano.
Si es o no es delito lo que ha confesado Jorge Barata es algo que deberá determinar el Ministerio Público. El cual, por cierto, deberá también corroborar la veracidad de lo dicho por este, aunque en un primer momento, como dijimos líneas arriba, haga todo el sentido debido a lo desbalanceado del patrimonio de los acusados. Sin embargo, y a pesar de las triquiñuelas legales de las que los abogados conocemos muy bien, lo hecho por Humala y Heredia es sin duda una gravísima falta ética. En principio las empresas que contraten con el Estado no deberían buscar hacer aportes a la campaña de ningún candidato. Si no, ¿cómo evitar el evidente conflicto de interés?
Aún hay mucho pan por rebanar en este caso. Existen muchas cosas que no están claras y que deberá dilucidar el Ministerio Público. ¿Hubo un beneficio o no a Odebrecht en el Gasoducto del Sur? El presidente de la comisión investigadora del Congreso, Daniel Salaverry, ha dicho que hay indicios suficientes para acusar a Ollanta Humala. ¿El dinero ‘donado’ por Odebrecht fue para la campaña o fue desviado por la pareja para sus gastos personales?
Tienen mucho que aclarar. Y deberían, en lugar de escudarse atrás de voceros como Santiago Gastañadui, Cynthia Montes o Wilfredo Pedraza, salir a dar la cara a los periodistas y someterse al amplio pliego de preguntas que todo el Perú espera que respondan.
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