lunes, 22 de junio de 2015

EL PAPA ¿COMUNISTA?


La encíclica escrita por el jefe máximo de la Iglesia Católica acusa la sumisión de los políticos ante las grandes compañías económicas y las señala como los principales responsables del cambio climático y la pobreza actual.
Pero su discurso progresista se ve opacado cuando el periodista estadounidense del portal Buzzfeed desmenuza un párrafo del documento, en el que condena a las personas transgénero.
La publicación de la encíclica “Laudato Sí”, escrita enteramente por el Papa Francisco ha generado controversia mundial. En el documento, el jefe máximo de la Iglesia católica se atrevió a acusar la sumisión de los políticos ante los poderes económicos financieros.
Desde hace meses, sectores conservadores de dentro y fuera de la Iglesia —en especial los estadounidenses— venían recomendándole al Papa Francisco I que se abstuviera de intervenir en asuntos científicos.
Sin embargo; en las 191 páginas del documento pontificio, dedicadas, en la mayor parte de su extensión, al cuidado de la ecología, Jorge Mario Bergoglio, urge a los políticos de todo el mundo, liberarse de las ataduras de los poderes económicos y gobernar a favor de la gente y de la tierra. 
“La política no debe someterse a la economía, y esta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana. La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que solo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación”.
No obstante, el enfado y desánimo del jefe máximo de la Iglesia Católica se lee en uno de los últimos párrafos de la página 46 cuando dice: “La política y la economía tienden a culparse mutuamente por lo que se refiere a la pobreza y a la degradación del ambiente. Pero lo que se espera es que reconozcan sus propios errores y encuentren formas de interacción orientadas al bien común. Mientras unos se desesperan solo por el rédito económico y otros se obsesionan solo por conservar o acrecentar el poder, lo que tenemos son guerras o acuerdos espurios donde lo que menos interesa a las dos partes es preservar el ambiente y cuidar a los más débiles”.
SOBRE EL CUIDADO DEL AMBIENTE
Asimismo, el Papa señaló claramente como responsable del cambio climático y la pobreza al actual sistema económico mundial que ha convertido al planeta en un “depósito de porquería”.    
Según Bergoglio, el calentamiento global es producido por el desmedido consumo de energías no renovables de algunos países con economías desarrolladas, que tiene repercusiones en los lugares más pobres de la Tierra, especialmente en África, donde el aumento de la temperatura, unido a la sequía, afecta el rendimiento de los cultivos.
“La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica. De diversas maneras, los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biósfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro”.
Sobre el desafío que representan las energías renovables que ha generado gran debate en la sociedad civil, el Papa, en su encarnada lectura, reprochó a los políticos y empresarios por reaccionar “con lentitud” ante dicha propuesta. 
No obstante, atribuyó parte de la responsabilidad de los problemas ecológicos a los gobernantes que no tienen una respuesta valiente. Cree, además, que detrás de tal indiferencia política hay algo mucho más grave: “El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares. Y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos”.  
LO LLAMAN COMUNISTA
La publicación de la encíclica “Laudato SÍ” (Alabado seas, tomado del Cántico de las criaturas de San Francisco de Asís) escrita por el Papa Francisco, ha roto los cánones tradicionales y ha dado nuevos argumentos a aquellos en EE.UU. que creen que el Papa es "demasiado liberal" o incluso de tendencias "comunistas", por su posición aperturista en cuestiones sociales y por sus críticas al "capitalismo salvaje" y a la "dictadura de la economía". 
En la lectura incluye una de las frases que sin duda alguna estremecieron a los sectores más conservadores dentro y fuera de la Iglesia. “La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada. Dios ha dado la Tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno”.
OPACA SU CONDENA A LA COMUNIDAD LGTB
A pesar del respaldo a la supuesta posición progresista que el Papa Francisco I mostró en su reciente encíclica “Laudato Si”, el corresponsal estadounidense de BuzzFeed, J. Lester Feder, rescató un párrafo del “sagrado” documento donde se desprende la persistente condena de la Iglesia a los transexuales y a las ideas feministas.
Lester se refiere al párrafo 57 del documento que se explaya sobre la relación del hombre con la "ley natural". En dicha sección, el sumo pontífice pide resaltar el valor de la feminidad y  la masculinidad. “La valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente”, se lee en el texto.
El corresponsal estadounidense recalcó que el papa Francisco I citó a su antecesor, Benedicto XVI, para argumentar parte de su posición. Específicamente, cuando citó el postulado que recordó que el hombre “también tiene una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo".
Otra de las observaciones es la insistencia del máximo representante católico sobre la “reciprocidad de la mujer y el varón”.  “De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma”, escribió el Papa en la encíclica.
No es, ciertamente, la primera vez que Jorge Bergoglio opina sobre esta complementariedad. El pasado 15 de junio, un día después de la marcha del Orgullo LGTB en Roma, el guía espiritual reafirmó que los niños requieren de padres heterosexuales, y que la Biblia enseña que la paternidad se basa en la diversidad de ser hombre o mujer, “la primera y la diferencia más fundamental, constitutiva del ser humano”.
A principios de este año, el religioso también dio a entender que la teoría de género era un "nuevo pecado" contra "Dios el Creador", comparable incluso con las armas nucleares.
“Vamos a pensar en las armas nucleares, de la posibilidad de aniquilar en unos instantes un número muy elevado de los seres humanos (…) Pensemos también ahora de la manipulación genética, de la manipulación de la vida o de la teoría de género, que no reconoce la orden de la creación... Con esta actitud, el hombre comete un nuevo pecado en contra de Dios el Creador”, refirió Francisco I.
Según Lester, la Teoría de Género es un término que la Iglesia Católica utiliza para referirse a las ideas sobre la construcción social del género y a los argumentos para la mujer y los derechos LGBT. “La preocupación del Vaticano acerca de estas ideas ha llevado a oponerse sistemáticamente a referencias al género en los acuerdos internacionales”, alertó.
EL PÁRRAFO CONTRA LA COMUNIDAD TRANSGÉNERO
155. La ecología humana implica también algo muy hondo: la necesaria relación de la vida del ser humano con la ley moral escrita en su propia naturaleza, necesaria para poder crear un ambiente más digno. Decía Benedicto XVI que existe una «ecología del hombre» porque «también el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo» [120]. En esta línea, cabe reconocer que nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma»[121].

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