domingo, 25 de mayo de 2014

Vivimos una dictadura mediática

“Si hay un logro fantástico del sistema neoliberal, es que ha logrado idiotizar a todos”, dice Guillermo Giacosa.
Vivimos una dictadura mediática
Guillermo Giacosa ha trabajado durante casi dos décadas en la televisión, es columnista y tiene un programa en Radio Capital. Conversamos con él en su departamento, en un condominio que, según dice, parece un campo de concentración, sobre la influencia de los medios de comunicación en la sociedad.
ES ATROZ
—¿Qué tanto hay de mito en la influencia de la televisión? ¿Es el monstruo que suponen todos? 
—Yo creo que no es un mito. La televisión manipula de una forma escandalosa, al igual que la prensa escrita y la radio. Hoy vivimos una especie de dictadura mediática. Por ejemplo, salvo algunos periódicos, todos dicen lo mismo. Puede que tengan columnistas que digan cosas diferentes pero, en general, dicen y defienden lo mismo. Están bajo el patronazgo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), piensan como la SIP y tienen un patrón que les dice cómo es que tienen que pensar. Ya sea que estén más a la izquierda o más a la derecha. Son casi todos.

Es atroz (dice mientras se coge la cara como si acabara de fallar un gol). Yo he sido, hasta el año pasado, profesor en la universidad, entonces a los chicos yo les preguntaba si Chávez era bueno o malo. El 99 % me decía que “malo”. Les preguntaba por qué y se hacía un silencio absoluto. Algunos decían, por ejemplo, que “a mí me parece que cerró una estación de radio”. Sí, es verdad, les decía, cerró una estación de radio como ese mismo año se cerraron 198 en Estados Unidos, Europa y América Latina porque terminó la concesión, solo que esa se supo. Otros salían con que “prohibió los Simpsons”. En más de 100 diarios salió que “el dictador prohibió los Simpsons”; entonces yo leía la noticia completa y decía que se había categorizado a los Simpsons como programa para adultos y se le había pasado de las seis de la tarde a las diez de la noche. En toda la prensa; sin embargo, decía que lo habían prohibido, y la gente lo cree.
—Cómo se explica entonces que, a pesar del rechazo de la prensa a Humala, el presidente haya ganado las elecciones de 2011.
—Es una cuestión saludable. Yo tengo la impresión de que en procesos de esta naturaleza siempre se opta por el outsider. Si ahora no sale un outsider no sé quién va a ganar. Pero cualquiera que se presente como outsider gana. Puedes ser tú o cualquiera. Yo no porque soy extranjero. Al parecer la prensa, en ese caso, no modifica la conducta.

Lo he pensado mucho, lo he conversado mucho, y la conclusión es que hay procesos en los que la gente piensa que puede vivir mejor y opta por cualquiera que le diga que va a mejorar su condición de vida, que es lo que prometió Ollanta y es lo mismo que prometió Fujimori. En un país donde hay tan poca justicia, donde hay tanto menosprecio por la persona que trabaja, que no tiene ningún tipo de defensa, con sindicatos frágiles, y otras desventajas, cualquier promesa alimenta las esperanzas de la gente.
Yo nunca pensé que Ollanta iba a hacer un gobierno como este, pensé que iba a hacer un gobierno tibio, porque los poderes fácticos son muy fuertes. Pero nunca imaginé que fuera tan tibio.
—¿Son más fuertes los poderes fácticos que los poderes del Estado?
—Sí, cada vez que Ollanta quiere hacer algo tan simple como invertir más en la refinería estatal de Talara la prensa hace un escándalo y tenemos un presidente que le tiene miedo a la prensa. Es peligroso porque estos poderes fácticos son los que controlan a la prensa y defienden intereses que son totalmente ajenos a los de las mayorías.

Vivimos una dictadura mediática
LA LEY ARGENTINA
—¿Cómo puede pluralizarse la televisión? En Argentina es bastante diferente. 
—La ley de medios en Argentina pluraliza a un extremo insólito. Es fantástico. Tiene medios de comunicación manejados por comunidades rurales, por grupos minoritarios, para los sindicatos, por las ONG. A mí me emociona porque les da voz a todos y muchos de ellos nunca tuvieron esa voz, que simultáneamente puede abrir un nuevo campo o un nuevo espectro.

Acá todos los medios dicen exactamente lo mismo, pero con distintas palabras. Allá no, ¿te imaginas lo que sería recibir en la televisión la interpretación de una comunidad de indígenas, o de la comunidad LGTB sobre algún tema? Además aumenta la producción de contenidos en general, para televisión, radio, etc.
Lamentablemente han querido poner el palo en la rueda para que no avanzara diciendo que eso es un atentado contra la libertad de expresión. Una ley que da todas las libertades imaginables para todos los habitantes imaginables es un atentado contra la libertad de expresión.
—¿Cómo se sale de ese círculo vicioso en el Perú, Donde cada vez que se quiere modificar alguna norma referida a medios de comunicación se le califica como un atentado contra la libertad de expresión?
—Lo que pasa es que no hay pensamiento crítico. Si hay un logro fantástico del sistema neoliberal es que ha logrado idiotizar a todos, cada uno es enemigo de sí mismo y cada vez que alguien tiene un pensamiento liberal, en el buen sentido de la palabra, se tira un balazo porque piensa que no tiene derecho. Muchas veces, las anticonquistas del neoliberalismo son defendidas por las personas que las sufren, que son explotadas. Es la imagen del siervo besándole la mano al amo. Es desesperante.

En la universidad había chicos que no llegaban a pagar la cuota, que venían de familias que hacían esfuerzos gigantescos para que ellos estudiaran, y ellos decían las mismas huevadas de “si no hay capital se detiene el desarrollo…”, añade, remedando, engrosando la voz, serio y solemne, casi como un idiota de verdad.
Como si lo que tuviéramos que hacer por el capital fuera bajarles los pantalones a todos, nos enorgullece que uno de los mejores países para la inversión sea el Perú. Que te dejes explotar y que te enorgullezca, es porque el sistema neoliberal ha hecho un trabajo muy bueno y lo ha hecho sistemáticamente a través de la televisión y a través de la prensa.
LA DELINCUENCIA
—El temor por la delincuencia común, antes de que se hicieran públicos los asesinatos encargados por mafias a sicarios, ¿es también una creación de los medios?
—Si en una ciudad de 9 millones de habitantes como Lima no hay un crimen es porque somos ángeles. Darle esa dimensión de que no se puede salir a la calle me parece exagerado. En 30 años en el Perú me robaron una vez un reloj y eso te puede pasar en cualquier parte del mundo. Además Lima no está entre las capitales más peligrosas.

—¿Cuál sería la intención de crear temor? ¿Desestabilizar?
—La idea es que se busque legitimidad para fortalecer el aparato estatal solamente en la represión. No en la asistencia social, no en la salud. El estado está para reprimir, no está para ocuparse de cosas secundarias como comer. Esto es mérito de los medios, debidamente aceitados por los poderes fácticos.

CUANDO ME MIRO AL ESPEJO DIGO: 
¿Quién es ese viejo que está ahí?

—¿Usted se siente viejo?
—Yo soy menor que tú. Yo sigo jugando fútbol y sigo haciendo todas las huevadas que hacía de joven. Sigo pensando como una persona joven y cuando me miro al espejo digo: quién es ese viejo que está ahí. Es horrible porque los recuerdos de la juventud se graban muy fuertes porque tu cerebro está más limpio y hay menos información y a medida que va pasando el tiempo los recuerdos son más frágiles; entonces te identificas más con tus procesos de joven que con los de viejo.

—¿Se junta con viejos?
—Nunca te juntes con viejos. Los viejos son insoportables. Yo juego el fútbol con gente de 40, trabajo con chicos de 30 ó 35 porque no aguanto a los viejos, te preguntan cómo andas del colesterol y les encanta ver quién es el que está más enfermo.

No le tengo miedo a la muerte, cuando eres joven le tienes miedo pero de viejo se te va. Don César Lévano me dijo una vez que era la muerte la que le tenía miedo a él.
Eduardo Santana

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