domingo, 17 de noviembre de 2013

Retrato de familia


Publicado: Domingo 17 de noviembre del 2013 | Columnistas y Colaboradores | Imprimir | Compartir 
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Retrato de familia

Retrato de familia
Sería bueno preguntarse si el presidente Ollanta Humala tiene asesores que le ayudan a gobernar. La pregunta, en verdad, no es ociosa ni tampoco irónica, no solo porque sus asesores públicos no dan mucha confianza sino también por los continuos errores presidenciales.

Alberto Adrianzén M.
Alberto Adrianzén M.

DisonanciasParlamentario Andino

Tanto Adrián Villafuerte como Roy Gates, los asesores presidenciales más conocidos, no tienen buenas referencias. En algunos casos, ambos han sido mencionados como promotores de operaciones que sorprendería a más de uno y que, por general, tienen relación con personajes ligados al régimen autoritario de Fujimori y Montesinos. 


Que Óscar López Meneses, operador de Vladimiro Montesinos, y su padre, Óscar López Zapata, tengan un importante resguardo policial desde hace ya tiempo y que, en este hecho, como ha publicado un medio de comunicación, estaría implicado el asesor Villafuerte, podría ser una prueba ácida de que el “lado oscuro de la fuerza” sigue presente en el Gobierno. 



El problema es aún mayor cuando el ministro del Interior, Wilfredo Pedraza, no solo desconocía el hecho sino que el resguardo a los López se basaba en una mentira. Los policías no cuidabanal alJefe del Comando Conjunto de las FFAA, almirante José Cueto, sino a López Meneses y a su padre. Ello demostraría que el poder y la capacidad de control de Pedraza en su sector son limitados pero, además, que otra persona o personas gobiernan o cogobiernan en su ministerio.



Por otro lado, los errores presidenciales en nada ayudan. El último ha sido su infortunada expresión “gobierno en familia” y que su esposa, Nadine Heredia, supervisa algunas acciones del gobierno. Los peruanoselegimos a un Presidente y no a una familia. El Perú es una República con normas y leyes. 



Sería bueno que el Presidente muestre qué norma o ley le asigna como función o competencia a la Primera Dama la capacidad de “supervisar” la política social de este gobierno más aún cuando existe una ministra responsable de este sector. 



La idea de que nos gobierna una “Sagrada Familia” no encaja (o no es creíble) para un imaginario popular que conoce que hay más de un problema entre el Presidente y su padre.



Por eso, entre asesores cuestionables y errores presidenciales, la oposición de derecha avanza no a paso de procesión del Señor de los Milagros sino, más bien, a ritmo de cumbia peruana. 



Mientras Alberto Fujimori promueve una situación irregular para ser entrevistado por una radio y luego presenta una demanda contra dos ministros y el jefe del INPE, acusándolos de tortura, el congresista aprista Mauricio Mulder amenaza con introducir una demanda constitucional contra el presidente Humala porque gobierna con “la familia”. 



A ello se suman las vacilaciones y errores de la bancada oficialista que ha permitido, en estos días, con mucha ayuda de algunos medios, no solo un excesivo protagonismo de la congresista Martha Chávez y el fujimorismo sino también reforzar las condiciones para que el APRA y el fujimorismo avancen en una alianza política basada en la defensa de sus respectivos líderes y de la impunidad. 






Estos errores son tan gruesos que hoy el fujimorismo se da el lujo, como si se viviese en un mundo bizarro, de acusar al gobierno nada menos que de montesinista, mientras que el congresista aprista Velásquez Quesquén ofrece al fujimorismo que si gana Alan García las elecciones el 2016, el propio García aprobaría una norma que “enviaría a su domicilio a Fujimori a terminar el resto de su condena”. Más claro, ni el agua. El problema, por tanto, es bastante complicado porque al viraje del gobierno le podemos sumar sucesivos errores que abren las puertas para un pacto entre lo que podríamos llamar las “elites políticas” de derecha en este país. 



Ahora, estas elites políticas de derecha, además del continuismo neoliberal y la marginalidad del progresismo, quieren la impunidad y el camino abierto para disputarse entre ellas la presidencia en el 2016. 



Su propuesta es liquidar a un nacionalismo lleno de indecisiones, contradicciones, retrocesos y errores, como opción política; también a un progresismo que ayudó al triunfo de Ollanta Humala y que sorprende, muchas veces, por su ausencia, para montar un escenario en el cual las derechas se disputen quién será el actor o la actriz principal y quiénes serán los actores de reparto o secundarios. 



Sin embargo, el problema de este futuro escenario, ya conocido por cierto, es que a las elites políticasde derecha lo único que les interesa, hasta el momento, es la política entendida como impunidad y no como cambio. Para ellas, la economía es un asunto de “blancos” siempre y cuando se les garantice esa impunidad por la cual luchan en estos días. 



En este contexto, el escenario futuro que busca la derecha conjuga algunos elementos que han sido permanentes en nuestra historia política reciente: corrupción y protección a los corruptos, continuismo neoliberal, democracia débil con instituciones deslegitimadas y controladas, represión a la protesta social y un pueblo que busca un líder que los represente para cambiar el país. Entonces, criticar este pacto entre las “elites políticas” es el mejor camino para el desarrollo del progresismo en el país.

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